Según una antigua tradición jurídica del derecho romano las herencias podían recibirse a beneficio de inventario con lo cual se evitaba que el legatario cargara con las deudas de su testador.
Si aplicamos esta vieja tradición propia del “Corpus Iuris Civilis”, como dirían los entendidos en la materia, a lo que está pasando con la herencia del Comandante Chávez y su legatario Nicolás Maduro, veríamos que desde la izquierda muchos no son del todo justos con quien hoy enfrenta la colosal deuda que le heredara su “padre político” Hugo Chávez Frías.
Es innegable que el capital político que heredó Nicolás Maduro de Chávez es incalculable y en buena medida en éste se ha soportado y se seguirá soportando, por un buen tiempo, la continuidad de la Revolución Bolivariana.
Pero volviendo al asunto de la injusticia que cometemos contra el Presidente Maduro, quienes desde la izquierda apoyamos las mejores causas del pueblo, parece que olvidamos que la promesa de redención del pueblo, expresada en la propuesta de Socialismo, que Chávez planteó se comenzó a transitar y después de escasos 6 años (desde 2006 hasta el 2012), el mismo Chávez apenas logró dejarla como un horizonte lejano que debía guiar a la Revolución.
Parece que muchos de los críticos y hirpercríticos de Maduro y su gobierno olvidamos que a Maduro no lo votó una mayoría aplastante de electores, como al propio Chávez tampoco lo votó nunca una mayoría aplastante hay que recordarlo también. Lo que no niega la hegemonía política que Chávez impuso, más allá de apoyos electorales, durante la mayor parte del tiempo que gobernó.
Muchos de los críticos vehementes del gobierno y de Maduro olvidamos que está revolución aunque se comenzó a tiros (1992), con el paso del tiempo Chávez, comprendiendo el tiempo histórico y las responsabilidades que éste le impuso, fue encaminándola por la vía “pacifica” orientada a la transformación del “andamiaje político-jurídico” (Constituyente) como vía previa para encaminar la revolución de las estructuras de la sociedad, después de 13 años apenas acumulando algunas de las condiciones necesarias pero aún insuficientes, para consolidar la revolución, por “causa sobrevenida” lega en Maduro, aquel fatídico 8 de diciembre 2012, la responsabilidad de continuar como conductor principal de la Revolución Bolivariana.
Nadie debe soslayar, menos quienes decimos estar en las trincheras de la izquierda, que las revoluciones la hacen los pueblos y que ningún dirigente sólo, sin un pueblo que lo acompañe, tiene ninguna de posibilidad de enfrentar y derrotar a los enemigos del pueblo que hoy aspiran retomar el poder político que desde hace 15 años perdieron.
No podemos confundir la crítica reflexiva, fraterna y solidaria entre camaradas, a la cual estamos obligados además los revolucionarios, con las posiciones de la derecha miserable y mezquina que hoy ataca ferozmente a Maduro y a su gobierno, con el único y claro propósito de enterrar completamente el Legado de Hugo Chávez Frías.
Apelando a la consigna martiana de “Unir para vencer”, a los dos años de aquella fatídica despedida de Hugo Chávez de su pueblo, invitamos a la crítica fraterna y solidaria que nos diferencia de los enemigos históricos del pueblo y del Socialismo.