Hizo dos años que el Comandante Supremo Hugo Chávez Frías dirigió sus últimas palabras en vida al pueblo venezolano. Discurso premonitorio, clarividente. Es justo que en esta fecha recordemos sus palabras y comprobemos, a la luz de los acontecimientos actuales, su absoluta vigencia, ante las tempestades que acechan al pueblo y a la Revolución.
Acaba de finalizar la octava Cumbre de Jefes de Estado de Unasur. Recordemos que esta idea fue impulsada fundamentalmente por Hugo Chávez, con la firme compañía de Néstor Kirchner y el apoyo de otros jefes de Estado. Aquel 8 de diciembre señaló el Comandante: "Fue como una resurrección lo que hemos visto, lo que hemos vivido. Aquí había un continente dormido, un pueblo dormido como muerto y llegó el Lázaro colectivo y se levantó…En Venezuela se desató la última Revolución del siglo XX y la primera del siglo XXI, Revolución que -¿quién lo puede dudar?- ha tenido cuántos impactos en la América Latina, en el Caribe y más allá y más allá y seguirá teniendo impacto".
Aun en medio de ataques y dificultades, la Unasur sigue adelante. Ahora en Quito se levanta un símbolo de la voluntad y la esperanza de hacer sólida esa alianza liberadora y trabajar para su fortalecimiento en los tiempos por venir: la moderna y hermosa sede de la Unasur.
Como señaló Rafael Correa en medio de la Cumbre: "Unasur constituye una alianza por la vida, por una sociedad justa. Se levanta como una potencia mundial de paz".
Y José Mujica, quien desde ahora es el Presidente Pro Tempore, recalcó que para llegar a una integración es fundamental construirla: "Tenemos que aprender de nuestro pasado, de nuestras derrotas, de la deuda social que tiene América Latina… La integración es un edificio colosal, debe construirse en base a una realidad tangible".
Y otro gran líder suramericano, Lula Da Silva: "Este continente despreciado por tanto tiempo será el continente donde prevalecerá la paz… Separados somos más frágiles y juntos constituimos una potencia. Hoy nuestro principal reto radica en construir un proyecto integrador que aproveche nuestra riqueza histórica material y cultural".
Por supuesto, este y otros proyectos integradores reciben y recibirán ataques en el futuro, de parte de las fuerzas oscuras, de aquellos que recelan a una América Latina que se levanta como uno de los pilares fundamentales de la lucha antiimperialista. Recientemente conocimos las declaraciones de Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, quien cuestionó esta semana en la capital chilena la existencia de numerosos organismos de integración en América Latina como el Mercosur, la Alba, la Unasur, la Celac, entre otros, que habrían creado, según ella "un plato de espagueti", y pidió "revitalizar" la "confusa" integración latinoamericana. Por supuesto, esta bruja capitalista no ignora que cada uno de estos organismos tiene su propio ámbito de acción, así como lo tienen las varias organizaciones de las que participan países europeos (la ONU, la UE, el grupo de los 20, la OTAN, etc.) En el fondo Lagarde sueña con una resurrección del protagonismo de la OEA y del dominio de Estados Unidos en nuestro continente.
Otro tema de gran relevancia en aquella alocución final de Chávez fue el de la unidad de los revolucionarios: "Si en algo debo insistir en este nuevo escenario, en esta nueva batalla, en este nuevo trance —diría un llanero por allá— bueno, es en fortalecer la unidad nacional, la unidad de todas las fuerzas populares, la unidad de todas las fuerzas revolucionarias, la unidad de toda la Fuerza Armada".
Chávez fue muy insistente en este llamado, previendo con su visión de largo alcance cosas que ocurren hoy, la eclosión de los fantasmas desatados de la división en el seno del movimiento revolucionario, alimentados por la soberbia, las ansias de protagonismo, el pensamiento libresco de cierta fracasada "izquierda" tradicional que ahora se presenta con nuevos disfraces. El Comandante dijo entonces: "… los adversarios, los enemigos del país no descasan ni descansarán en la intriga, en tratar de dividir, y sobre todo aprovechando circunstancias como estas, pues. Entonces, ¿cuál es nuestra respuesta? Unidad, unidad y más unidad. ¡Esa debe ser nuestra divisa! Mi amada Fuerza Aérea, mi amada Guardia Nacional, mi amada Milicia. ¡La unidad, la unidad, la unidad!". Los divisionistas que pretenden ser los privilegiados que acaparan el legado de Chávez, olvidan olímpicamente este llamado apasionado de Chávez ¡Y se llaman "chavistas" con denodada prepotencia!
En su discurso, Chávez dejó claro en qué manos debía quedar la máxima conducción del proceso revolucionario y señaló, refiriéndose a Nicolás Maduro: "…un hombre revolucionario a carta cabal, un hombre de una gran experiencia, a pesar de su juventud; de una gran dedicación al trabajo, una gran capacidad para el trabajo, para la conducción de grupos, para manejar las situaciones más difíciles. Lo he visto, lo hemos visto". También lo hemos visto nosotros en estos tiempos tormentosos, firme, aguantado las cargas contrarrevolucionarias que vienen desde distintos flancos, leal al pueblo y a Chávez, trabajando a brazo partido por superar los errores y las dificultades, proponiendo caminos, tomando medidas, organizando al pueblo revolucionario.
Chávez afirmó igualmente: "Es uno de los líderes jóvenes de mayor capacidad para continuar, si es que yo no pudiera -Dios sabe lo que hace-, si es que yo no pudiera, continuar con su mano firme, con su mirada, con su corazón de hombre del pueblo, con su don de gente, con su inteligencia, con el reconocimiento internacional que se ha ganado, con su liderazgo, al frente de la Presidencia de la República, dirigiendo, junto al pueblo siempre y subordinado a los intereses del pueblo, los destinos de esta Patria". Y, por supuesto: "… mi opinión firme, plena como la luna llena, irrevocable, absoluta, total, es que -en ese escenario que obligaría a convocar como manda la Constitución de nuevo a elecciones presidenciales- ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se los pido desde mi corazón".
"¡Unidad, lucha, batalla y victoria!", instruyó el Comandante. Hace pocos días estuvimos acompañando a una de nuestras hijas en una visita al Cuartel de la Montaña. De nuevo pudimos sentir la presencia de este espíritu trascendente que se encarnó en Hugo Chávez. Una vez más se nos revolvió el dolor que nunca pasará. Y también el sentimiento de compromiso con la Patria y con el Comandante Eterno: que nada nos haga olvidar, en medio de las conspiraciones del imperialismo y sus lacayos, su mandato revolucionario: ¡Unidad, unidad, unidad!