Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
Con mucha ingenuidad y soberbia el gobierno ocultó, no explicó al país, las consecuencias del bajón en los precios del petróleo. Al contrario, proclamó que nada malo pasaría. A los que se opusieron a esa insensatez los acusaron de todo: agentes de la cia, divisionistas, infiltrados. Con esa conducta se perdió una magnífica oportunidad de recuperar la pasión revolucionaria, de devolverle al pueblo las razones sagradas por las cuales luchar, de regresar al Socialismo, a Chávez.
...Y el petróleo siguió bajando. Las dificultades -que todos vieron menos el gobierno y los plumíferos aduladores- llegaron, y nos encontraron lo peor preparados posible, con el espíritu consumista estimulado por el mismo gobierno, la capacidad de sacrificio en el suelo, la incertidumbre en las nubes, la guerra de todos contra todos agudizada.
Ahora el gobierno denuncia una campaña internacional contra la Revolución, acusa que el capital se porta como capital, cobarde, egoísta, buscando su mayor lucro posible, no quiere correr riesgos con Venezuela, no quiere prestarnos. Nunca es tarde para aprender. O ojalá se dé cuenta de que el capital nacional es hijo de la misma madre internacional y que en su debido momento, cuando ya no obtenga más lucro, también nos sacará el cuerpo.
Nunca como ahora tuvo más vigencia la consigna "desechar las ilusiones y prepararse para el combate". Siempre hay tiempo para corregir los errores, oír las críticas, acerar al pueblo. La realidad nos obligó a desechar las ilusiones de un capitalismo bueno, cerró todos los caminos; o nos entregamos enteros a ellos, o retomamos el mandato de Chávez: Maduro, Socialismo y cuidado con el reformismo.
¿Qué hacer?
Es necesario rectificar el camino que nos está llevando al abismo, aún hay tiempo. La rectificación debe partir de una profunda autocrítica del gobierno y de todos los chavistas: "¡Nos equivocamos! Con la intención de ahorrar padecimientos al pueblo humilde, bajamos la guardia frente al capitalismo, en ellos confiamos, y pasó lo que tenía que pasar. El capitalista, fiel a su naturaleza, mordió la mano extendida, no pudo ser humano, su avaricia lo domina. Ahora la guerra será frontal contra el capitalismo, así lo quisieron".
No hay otra opción, con la autocritica, diciendo la verdad al pueblo, tomando medidas en consecuencia, quizá el pueblo humilde que espera por sus líderes, por batallas que eleven su condición humana, entenderá la situación. El Presidente Maduro, los hijos de Chávez, deben, pueden, ponerse a la cabeza de esta rectificación.
De no hacerlo, de seguir transitando el camino del capitalismo, todo se agravará. La masa, sin dirección creíble y querible, se desbordará en cualquier sentido, menos en el revolucionario; el fascismo prosperará en la masa sin rumbo y sin sentido de vida. Son días de medidas concretas que moralicen a la masa, de desechar el pan y circo y afincarse en el espíritu, en los estímulos morales.
Vienen días de profunda crisis, sólo una Revolución apoyada por pueblo consciente, de verdad organizado, empapado de razones sagradas podrá salir airosa de la encrucijada. Sólo a una Revolución preparada la favorecerá el éxito. Al contrario, a la ambigüedad, a la incoherencia, le sigue la tragedia.