No soy más que un metal que resuena o un platillo que retiñe

Hay escritores, que se dicen o se creen profesionales, académicos, analistas, críticos, revolucionarios, izquierdistas, comunistas, etc., que cada vez que hay un cambio dentro del ejecutivo de nuestro gobierno Bolivariano escriben sus opiniones, pero lo hacen de manera como si conocieran personalmente a los protagonistas y la situación en la cual ellos viven, o como si los protagonistas fueran sus "panas," o sus mejores amigos o enemigos, o familiares, o colaboradores --- como si los conocieran íntimamente.

De investigar este fenómeno de irracionalidad mental, estoy seguro que encontraría cientos de ejemplos, pero solamente mencionaré dos casos entre los tantos en los últimos 15 años. El primero es el caso de Eduardo Samán donde un montón de escritores en Aporrea (y otros medios) lanzaron sus opiniones gratuitas sobre el caso sin presentar ni una sola evidencia de lo que suponían que había ocurrido, es decir, hablaron paja, mucha paja, y más paja.

El segundo caso es reciente, y es el caso de Rafael Ramírez, donde los mismos criticones de Aporrea de siempre aprovechan para inventar y especular sobre algo que ni siquiera conocen. Es como si no tuvieran nada mejor que hacer de que inventar rumores, chismes, fabulas, historias para telenovelas, o comiquitas.

Es como si yo escribiera sobre el beisbol, un tema del cual no conozco casi nada.

Jugué beisbol una sola vez en mi vida, y no duré ni 20 minutos antes de abandonar el campo y dirigirme hacia la biblioteca que se encontraba a una cuadra de la cancha.

Fui a ver un solo juego de beisbol profesional, y duré allí solamente unos 40 minutos, tratando sin éxito de entender cuál era la gracia de ver a hombres adultos vestidos de licra dándole vueltas en el aire a un pedazo de palo, mientras que otros hombres adultos escupían al piso dándole vueltas a una pelota como si fuera una pelota de nieve, mientras que la gente en las estradas se emborrachaba y se gritaba insultos.

Bueno, hasta hoy no lo entiendo, entonces imagínense si yo escribiera algo sobre el beisbol, el resultado sería catastrófico, o seria una comedia burlesca.

Una de las cosas que 25+ años de investigación me enseñó es de nunca suponer nada, de nunca especular, de nunca abordar una situación con expectativas o prejuicios, y de nunca buscar a juzgar, sino buscar a evaluar la situación, pero siempre basándose en pruebas.

Por ejemplo, si un marido me mandara a investigar a su esposa porque él cree que su esposa le está montando cacho, yo no voy a suponer que sea verdad, pero tampoco supondría que fuera falso, ni buscaría a confirmar una cosa o la otra, es decir, abordaría la situación sin prejuicios. Tampoco voy a suponer que si la esposa le estuviera montando cacho, estaría montándole cacho con otro hombre, o con un solo hombre, o con una mujer, o con una sola mujer, etc.

Existen infinitas posibilidades.

Cuando el marido me da la foto de su esposa, yo no voy a suponer que esa foto sea de ella, pudiera ser de cualquier persona, entonces, antes de comenzar la investigación, debo averiguar si esa foto es de verdad de su esposa.

Tampoco voy a suponer que el esposo y la esposa están verdaderamente casados, ni que los dos están en perfecta condición física, por ejemplo, pudieran haberse casado en Polonia, y pudiera ser que los dos sufren de HIV, o uno de ellos, o el marido por ejemplo pudiera haber sido una mujer, o los dos son drogadictos a la heroína, o pertenecen a una secta satánica, o uno o los dos son cleptómanos, o ninfómanas, o simplemente locos escapados de algún sanatorio.

Hay infinitas posibilidades.

No voy a especular sin antemano averiguar las evidencias y confirmar los detalles, sino, mi conclusión estaría errada, y probablemente sería falsa, o mínimo, solamente digna de burla. Es más, no sería profesional de parte mía, frente a mi cliente, de investigar algo sin confirmar lo más mínimo de los detalles antes de entregar mis conclusiones.

Seria irresponsable.

Ahora, estoy seguro que la gran mayoría de los escritores que han dado su "opinión" sobre los casos Samán y Ramírez, y tantos otros casos, nunca tomaron el tiempo para confirmar lo que habrían dicho, es decir, sus comentarios fueron simplemente especulaciones para generar chismes y hacer de la "cultura" venezolana un teatro burlesco.

¿Cómo saben aquellos especuladores e inventores de fantasías virtuales que Rafael Ramírez no sufre de alguna discapacidad que lo impide viajar constantemente, o que él tiene algún compromiso familiar, posiblemente con un familiar enfermo, quien requiere que Rafael Ramírez esté cerca, así impidiéndole de andar viajando por el mundo como canciller?

¿Cómo saben esos irresponsables cabezas de caraotas que se creen profesionales, que después de haber trabajado 7 días la semana, 356 días del año, durante 12 años, no fuera Rafael Ramírez quien le pidió a Maduro de salir del puesto de Ministro y presidente de PDVSA?

¿Será que Rafael Ramírez no merece vacaciones, o a su edad, jubilarse?

¿Y si Rafael Ramírez estuviera pasando por un divorcio, o si simplemente él y su esposa quisieran vivir una vida más relajada en NYC, cerca de la sede de la ONU? ¿O tal vez tienen un hijo que fue aceptado en alguna universidad en NYC, y que por eso le conviene el puesto de embajador en la ONU?

¿Cómo saben ellos?

La verdad es que esas cabezas de maracas que especulan sin evidencias, y que hacen resonar sus caraotas secas contra las paredes secas de una tapara vacía, son personas que hablan si amor, es decir, sin importarles las consecuencias de sus palabras, así como lo precisa el Nuevo Testamento en 1 Corintios 13:

"Si hablo las lenguas de los hombres, y aun las de los ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que retiñe."



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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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