Todavía ignoro las razones por las cuales se sigue permitiendo en Venezuela la existencia de eso que llaman buhonería, cuando está claramente comprobado que no tiene ningún rasgo de productividad, salvo la que otorga a quien se desempeña en tal venta y, por el contrario, solo perjudica al resto de la población que, lamentablemente ignorante, sigue cayendo en las garras de los buhoneros.
Hay unas cuantas cosas que decir en relación a esa antisocial conducta que hemos venido observando durante años y que todos los gobiernos dejan hacer y dejan pasar. Primero que nada debe decirse que los buhoneros venden mas caro que los negocios ya establecidos. Ya establecido claramente ese principio malsano, de vender con precios superiores, precios inflados, pasamos a enumerar el segundo punto, que no es otra cosa que el impositivo:
Que sepamos, ninguna de las personas que se dedican a a la buhonería pagan impuesto y quien cancela sus impuesto es porque ya tiene un local fijo y dejó de ser buhonero.
¡Piensa uno, porque a lo mejor los buhoneros que han sido ubicados en locales ni pagarán. Si seguimos a un tercer punto, hay que acá el hecho de que no pagan electricidad, no pagan consumo de agua, no cancelan patente de industria y comercio y si andan vendiendo café, jugos, empanadas y hasta parrilla en unos pequeños anafes (hornillos portátiles), ninguno exhibe permiso sanitario que garantice que el comprador de alguno de sus alimentos no vaya a padecer una intoxicación y se muera en pocos días.
¡De paso! ¿Alguien se ha preguntado con qué agua preparan esos jugos y demás bebidas aromáticas? ¿De donde proviene el agua que le echan a las harinas que luego amasan y preparan para las arepas y empanadas?
¡Y eso es nada, porque hay otros que elaboran sancochos de gallina y mondongos que ponen en ventas en las propias aceras, sin que las autoridades que velan por la salud, se aparezcan donde ellos están !
Lo cierto de todo es que otro de los males del buhonerismo de los alimentos, es que le echan la partida para atrás a la estrategia publicitaria del Instituto Nacional de Nutrición que está orientando a los venezolanos sobre el buen comer.
¿Qué buen comer puede existir con esas comidas? Ni el metro se salva, porque en sus entradas, especialmente la puerta de la estación Capitolio, la misma que está en el lado oeste de la Asamblea Nacional. En esa entrada venden golfeados, tortas, café, jugos, etc., al punto que las personas compran jugos y demás bebidas y dejan los vasos al principio de la escalera mecánica que lleva a los trenes. ¡Qué tal!
Aparte de todo lo anterior, está el hecho de que ocupan las aceras y las personas deben saltar y caminar cuando pueden. ¿Es esto lo que se quiere que continúe?
La otra parte de estos extraños negocios de los buhoneros está en la combinación que pareciera existir entre estos y los dueños de los supermercados. Lo cierto de todo es que los revendedores saben cuando llega el papel, el jabón y otros productos (los dueños les dicen cuando llegan y así venden todo rápido y ganan buen dinero). Un día se lleva a cabo esta operación en un supermercado y a los dos día ocurre en otro cercano y así sucesivamente en todos. Las colas en los Farmatodo, dice una persona conocida, se da por los pañales y enjuagues y hay que anotarse en una lista y luego pasar por la compra horas después o al día siguiente. Hay por lo menos cierto control.
Si terminaran de obligar a que todo gran expendio de productos variados colocara sus capta-huellas, habría una reducción gigantesca en esta acción barbárica que han introducido los buhoneros y revendedores. ¿Por qué no lo han hecho? ¿Qué lo impide? ¿Por qué se sigue sometiendo a la ciudadanía a esta especie de escarnio?
Si en algo se está claro, es que los buhoneros no aportan absolutamente nada a la ciudadanía venezolana y esto es algo que deben tomar en consideración todas las autoridades del país que ven como este problema aumenta en todas las principales ciudades y ellos, no son precisamente quienes votan a favor de la revolución bolivariana, pues no les interesa para nada.