¿Quién dijo que luchar o coadyuvar a echar hacía adelante un proceso revolucionario era soplar y hacer botellas? Quien así lo considere, no tiene ni la mínima idea de lo que significa una revolución y/o ser revolucionario.
Quizás por ello, nos topamos con personas que sin detenerse a analizar posturas o decires amplifican matrices mediáticas del adversario, quienes por supuesto ha negado, niega y negara cualquier éxito o avance del proceso chavista que lo único que ha hecho en estos 16 años es traer por donde se le mire bienestar y mucha mejor calidad de vida para millones de hogares de la Patria Bolivariana, esto aún en medio de dificultades propias de lo que significa un cambio epocal, donde por primera vez el soberano que no es otro que la mayoría del pueblo, ha colocado a uno de los suyos en el mismísimo centro del poder gubernamental.
En la cotidianidad escuchamos esporádicamente individualidades o sectores expresar preocupación por la situación actual y para éllo, utilizan o repiten como loros borrachos, toda la sarta de mentiras que la derecha y sus medios inyectan todos el tiempo en el subconsciente colectivo de la población venezolana; ésto ratifica lo que siempre con desesperación nos dijo y recomendó el líder de la revolución; como es la necesidad ineludible de formación, de dar conocimientos al pueblo y sus dirigentes como un derecho principalísimo, para que se asuma y entienda conscientemente lo que significa la verdadera revolución.
Revolución es rompimiento radical con lo establecido como inmovible, es decir, revolución es lucha de contrarios, que busca dejar a tras las condiciones infrahumanas en que por largos tiempos le ha tocado sobrevivir a grandes mayorías de pueblos explotados por minorías privilegiadas, llámense amos, señores feudales o patrones capitalistas; es decir, revolución significa lucha, perseverancia y lealtad de quienes ciertamente tienen visión de una sociedad posible, donde reine la confraternidad, solidaridad y el reconocimiento de la diversidad entre los terrícolas, al tiempo que se entiende y es capaz de armonizan con su medio ambiente en la búsqueda de ir haciendo de la vida un acto vivible.
Las revoluciones no caen del cielo, hacer o apoyar un proceso transformado, significa pasión y entrega, no se hace revolución bajo el eslogan de sacrificio, si no todo lo contrario, hacer revolución es sentirse agradado, aún en medio de momentos turbulentos, donde la reacción del contrario pueda estar pretendiendo querer volver; es ahí cuando con mayor vehemencia la fibra revolucionaria debe estar al servicio de la defensa de ésta. Si no se entiende ésto, pues es muy grave, ya que quienes en algún momento toman la determinación de estar del lado de la revolución, deben estar claros, que ser parte de un proceso revolucionario no es para tener privilegios, o para hacerse a bienes capitales, ya que quienes así piense y actúen, pasan a ser en esencia perturbadores contrarrevolucionarios que hace daño sin duda alguna a la revolución.
Es bueno que veamos con claridad que existen tiempos en que dentro del proceso revolucionario pareciera no estar aconteciendo absolutamente nada, y éllo, no es bueno en razón a que se corre riesgo que la revolución se mimetice, desvíe e incluso se quede dormida en los laureles; por el contrario, cuando la contrarrevolución arremete y acosa surgen transformaciones, ya que de las contradicciones que se desarrollan aún cuan dura sean, van a surgir resultados positivos que darán mayor y mejor consolidación al proceso de cambio que desde hace 16 años vivimos los venezolanos.
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(*) Miembro Dirección PSUV-Táchira