1) Regreso con la columna, luego del receso navideño, con el siguiente tema. Unos apuestan a que 2015 será peor que 2014, lo cual es como demasiado en materia de pesimismo. Otros a que el nuevo año será un paseo floral porque está garantizada la recuperación económica. ¿Desbordamiento del optimismo? Entre conjeturas extremas se mueve lo que pudiera ocurrir en los próximos meses, pero 2015 no puede ser peor que 2014 y tampoco será una panacea. Todo indica que se repetirá el formato de 2014: tensión política, amagos de violencia, presiones internas y externas para radicalizar la situación. Al mismo tiempo, se plantean redefiniciones en el Gobierno. Aperturas. Cambios de equipos que atienden asuntos clave, como producción, ejecución del presupuesto y lucha contra la corrupción. Es innegable que Maduro hace esfuerzos para recuperar la economía y adoptar una política financiera cónsona con la realidad mundial. La gira que acaba de hacer por Rusia, China, Irán, Arabia Saudita, Qatar y Argelia está destinada a reactivar el legado de Chávez en política exterior y no hay por qué dudar de sus resultados exitosos.
2) Eso contrasta con lo que se deduce de la actitud de la oposición. Mientras el gobierno chavista da pasos para ampliar su base social, sincerar la economía y tender puentes al sector privado sin renunciar al compromiso social, en la oposición se observa un vacío -cada vez más inquietante- sobre la elaboración de políticas democráticas para asumir en positivo la actual situación, que interprete el vasto sentimiento popular de respaldo al diálogo, a la paz, a la necesidad de trabajar por la estabilidad y el desarrollo social y económico. Basta observar lo que a diario ocurre. La oposición considera que la "salida" consiste en derrocar a Maduro. Con sus actos confirma que no está dispuesta a renunciar a la violencia que estimula con un inefable discurso. Ejemplo: solidariza con la agresión que entraña la ley que aprobó el Congreso de EEUU contra los venezolanos que defendieron la Constitución del ataque guarimbero, o calla ante la ofensa de que fue objeto la ex defensora del pueblo Gabriela Ramírez por fanáticos del antichavismo, hecho ante el cual resulta peor el silencio que la propia agresión.
3) Pero la oposición saca de nuevo las garras y exalta la violencia por las redes sociales y medios implicados en aventuras; que reivindica la guarimba y monta fiesta por la caída de los precios del petróleo; que ridiculiza el esfuerzo de Maduro para lograr recursos y defender el precio del crudo, revela que no cambia. Que está incapacitada para plantearse un viraje que trasmita confianza al país. Los años pasan sobre esa desorientada oposición con efectos letales. Le da igual un 2014 que un 2015.
La conjura y la sotana
Ya Venezuela padeció hace 12 años -11 de abril de 2002- los efectos del contubernio siniestro entre la sotana y la conjura golpista. Quien indague en las informaciones de la época se topará con la sorprendente similitud que hay entre lo que solía decir la Conferencia Episcopal Venezolana -y otros representantes de la jerarquía católica- sobre la situación del país y lo que repiten ahora los mismos personajes: ataque frontal al gobierno bolivariano; descalificación del presidente Chávez; acusaciones temerarias contra los círculos bolivarianos, así como la versión difundida desde los púlpitos sobre la responsabilidad del chavismo en la polarización, el peligro comunista, la militarización y corrupción. El remate de aquella campaña fue la aparición en pantalla, aquel día despreciable, de la figura del cardenal de entonces suscribiendo el decreto del gobierno de facto de Carmona que disolvía los poderes públicos y convalidaba la traición a la Constitución. La historia se repite. Otra vez, la Conferencia Episcopal y su vocero, el obispo de una diócesis relevante -acompañado por el cardenal de turno y el nuncio apostólico- disparan a quemarropa contra el gobierno constitucional y lo responsabilizan, entre otras cosas, de auspiciar la militarización y la corrupción. Es patética la manera como se repite el discurso subversivo ensotanado, que siempre antecede al estallido contra el orden constitucional. Sobre todo sorprende porque la felonía se reproduce en el contexto de una realidad diferente, con un hombre que en Roma oficia como verdadero pastor. Que le dio un vuelco a la palabra y a la acción de la Iglesia. Por eso pregunto: ¿ese nuncio que se sienta al lado del obispo con lenguaje de cruzado representa efectivamente al papa Francisco?
El episodio político más importante de 2015 será la elección de la nueva Asamblea Nacional. El chavismo lo concibe como la oportunidad de consolidar el proceso bolivariano y avanzar con cambios que aún no se han dado, mientras que la oposición cree que puede lograr una mayoría que, además de darle el control del Legislativo, le permita una maniobra tipo "fórmula paraguaya" para sacar a Maduro de Miraflores…
La apuesta de la oposición se basa en el deterioro de la situación económica y sus efectos colaterales. Pero ¿es suficiente ese aspecto para imponerse en la contienda electoral? No lo creo. Por una parte, porque pese a la importancia de lo económico, se ha demostrado que ese factor, por sí solo, en ciertas circunstancias, no determina la inclinación del elector, especialmente cuando hay dilemas de fondo. Como ocurre con el caso venezolano, donde se dirime el destino de los cambios sociales, económicos, institucionales y la participación popular en la revolución bolivariana ante la perspectiva de que esos logros sean abolidos al imponerse los intereses que representa la oposición…
Si bien es cierto que la oposición puede sacarle provecho a la situación económica, no es menos cierto que carece de unidad, coherencia y proyecto de país, además de no tener liderazgo ni maquinaria. Cuenta, sí, con el antichavismo enfermizo, que es lo que le da sustento en los procesos electorales, y no los partidos que dicen representarla…
El chavismo tiene ventajas evidentes: estructura organizativa extendida por el país, cohesión interna, programa, liderazgo y el "efecto Chávez". En fin, cualquier conjetura es válida y los próximos desarrollos de la política y evolución de la economía son determinantes…
Condeno el terrorismo y cualquier otro tipo de violencia. Siempre lo he hecho. Así que nada me cuesta hacerlo ahora. Pero hay opiniones válidas que rompen con el unanimismo de la condena, expresadas por quienes afinan el análisis del problema. Ejemplo: "A los periodistas de Charlie Hebdo se los aclama ahora justamente como mártires de la libertad de expresión, pero seamos francos: si hubiesen intentado publicar su periódico satírico en cualquier campus universitario de EEUU durante las dos últimas décadas, no habría durado ni treinta segundos. Grupos de estudiantes y docentes los habrían acusado de incitación al odio. La administración les habría retirado toda financiación y habría ordenado su cierre. La reacción pública al atentado en París ha puesto de manifiesto que hay mucha gente que se apresura a idolatrar a quienes arremeten contra las opiniones de los terroristas en Francia, pero que es mucho menos tolerante con quienes arremeten contra sus propias opiniones en su país (David Brooks: The New York Times, 9/1/2015). Y también el lúcido enfoque de Hernández Montoya en su columna en este diario del 10/1/15. En fin, nada excusa lo sucedido, y tampoco justifica torcidas interpretaciones y acusaciones generalizadas.