¿A quién creerle?

Después que el presidente Maduro soltó su esperado discurso en la
Asamblea Nacional, inmediatamente, se desataron los demonios internos
de los ciudadanos y ciudadanas en favor y en contra de él mismo,
dentro y fuera, del país que nos mantiene prisioneros en el debate que
quedó abierto en grado sumo y, el que haya salido a la calle a hacer
sus deligencias personales, pudo darse cuenta que, las opiniones están
divididas como materia de primera prioridad de la vida nacional.

El que vio al presidente y lo siguió desde el momento que comenzó su
actuación de presentación de memoria y cuenta en que tuvo tiempo más
que suficiente, para explicarnos con lujo de detalles sobre el
particular que envuelve todas las situaciones vividas y, posible por
vivir por el bien de todos como habitantes de esta Nación y, que nos
mantiene en suspenso crítico de alto voltaje de opinar lo que se nos
venga en ganas con o, sin razón eufemística, que a una mayoría
satisfizo y a una minoría no, que esperaba más de lo que para su
entender particular debió decirse y no se dijo, ni se acercó a lo que
otros esperaban y que los mantiene molestos con los similares
argumentos de más de lo mismo, para seguir igual o, peor en la
conducción de su gobierno.

Que se trata de una devaluacion encubierta y de más inflación que nos
amarra a un gobierno que anda en las nebulosas precisan los
economistas que son los mas conocedores y preocupados por la materia
económica que es su materia atractiva de opinar a sus anchas como
buenos ensambladores de un decir abierto que, los mantiene con el agua
al cuello que ven con anteojos de acercamiento que lo que está a la
vista es en sí un deterioro total de la economía venezolana que lo
provoca el modelo socialista que para ellos fracasó donde se ha
implantado y, otros más conservadores están en la onda del presidente
de dejarlo en la órbita de la voluntad de dios que todo lo puede.

Y, en sí no es frase para lavarse las manos como Pilatos y, que ha
enfurecido a los que más odian este gobierno socialista como resultado
de la suma de los pobres que con sus votos lo llevó al poder y, que
aquéllos jamás han aceptado que la oligarquía y el capitalismo dejen
de mandar y como tal andan en una de enguarimbarse a ver que pescan
con su cebo de atraer anti revolucionarios que den al traste con la
mala democracia que -según ellos- que mejor es el neoliberalismo
capitalista a la orden del imperio.

Otros, quizás más sensatos por chavistas opinan que Maduro dijo, lo
que tenía que decir, con acierto y madurez sobre la debacle que ha
invadido a su gobierno por una guerra económica que nos envuelve tanto
a pobres como a ricos iniciada por la oligarquía parasitaria y sus
seguidores que no han dejado de seguir adelante, maltratando al pueblo
venezolano día tras día al ponerlo tras de una cola que le permita
conseguir lo que le hace falta para su consumo diario y, cuando no
envía sus produstos al exterior como contrabando por más divisas que,
satisfagan su poder económico que, han osado con sus cómplices
internos burlar al gobierno con todas las consecuencias que ello
implica.

Hay quienes no esconden sus molestias políticas de insatisfacción al
pensar que fue una burla más hacia el pueblo que esperaba -dicen
ellos- de medidas más convicentes que no se dijeron y, que la mayoría
asistente a la Asamblea Nacional aplaudía con una hilaridad de apoyo
que en nada sirvió, como eje concienzudo de perseverancia desmedida
que los convertía en unos fanáticos televisivos que muchos de ellos
son los principales culpables del mal manejo de actividades que
escapan de sus manos por la poca convicción de usar su intelecto como
administradores y dirigentes que están a la orden del día de la
política en sus diversas formas y, que practican desde sus cargos
institucionales a la orden del Gobierno Nacional.

Lo cierto es que Maduro levantó un polvareda que lo atrapa de lleno en
ella y que no le será fácil enderezar tantos entuertos criticos que
empañan su gobierno más por mal que por bien y, sin mucha expectativa
en que todos nos hallamos insertos a la voluntad popular se pudiera
pensar como se piensa que tuvo miedo de proponer medidas que coadyuven
la realidad nacional a sabiendas que había mucho que perder por la
realización de las próximas elecciones de diputados y diputadas y, que
por lo tanto no se le puede calzar la frase latina máxima de
Maquiavelo, "Qui nescit dissimulare nescit regnare", para luego salir
del hemiciclo bañado de triunfo y alardear, "Vini, vidi, vici".



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Esteban Rojas


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