Noto que la oposición pierde la guerra económica; hay dos aspecto que me llevan a pensar en tal situación: el primero es que cada vez que los golpistas comienzan a llamar al diálogo es porque se ven derrotados en sus criminales acciones y pretenden hacer creer que el dictador Nicolás Maduro no los atiende, y el segundo es que los EEUU arrecia los ataques contra Venezuela. Ahora en un documento de Estrategia de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama, se nos considera un peligro para la democracia.
En mi criterio, ya están convencidos de que volvieron a fracasar en el intento de derrocar al chofer de bus a mucha honra, a este “bachaquero” de la paz. Porque Maduro es un perfecto “bachaquero” de la paz. Siempre tiene y la ofrece desafiando todas las alcabalas del camino, pero está demostrado que los golpistas no la compran así se les dé a precios de Mercal, y mucho menos los gringos.
A mí juicio, el presidente Maduro es un poco blandengue con los violentos, pero tengo que admitir que en el país le funcionaron sus llamados a detener la arrechera, a no caer en provocaciones, mientras los escuálidos, por el contrario, fueron quedando al descubierto como las marionetas del imperio que son. A estas alturas muy pocos dudan que sean los responsables de este desastre.
Ya no quieren que se les hable de su guerra económica, saben que la gente en las colas está cada vez más consciente de que ese martirio se debe a que los delincuentes de los artículos básicos, acaparan los productos.
Cómo convencer a alguien de que en este país hay escasez si ve como los comerciantes hampones esconden toneladas sobre toneladas de alimentos y medicinas, en tanto él languidece en los alrededores de una tienda. Y el Gobierno tiene que obligarlos a que se la vendan al pueblo. Habrá quien le saque la madre a Maduro, pero estoy seguro que muchos otros se la sacan a los golpistas de los alimentos, con la certeza de que estos son realmente los culpables de los hechos perversos que no nos deja vivir en paz.
Los opositores piden un cambio, pero ¿por quién vamos a cambiar?, ¿por gente que es capaz de matar, de quitarle la leche a los niños, la comida a las familias, la medicinas a los enfermos?, no creo, amigos lectores y lectoras, esta población no está loca para elegir de presidente a violentos al extremo de la demencia.
Nos quedamos con Maduro, del que se puede equivocar como todo ser humano, pero trabaja sin descanso en la búsqueda de soluciones a los problemas que, para colmo, ocasiona la misma oposición queriendo derrocarlo.
Todo esto, por supuesto, hace que el imperio redoble la intentona golpista con maniobras que, evidentemente, buscan justificaciones para una intervención militar.