Todos los gobiernos, especialmente, los legítimamente democráticos, según la teoría política, tienen como tarea principal la de defenderse, haciendo respetar la soberanía popular de la cual surgen y a la cual se deben. En nuestro país, en su decurso histórico, distintos gobiernos, de origen democrático o no, han tenido presente este axioma que ha sido el fundamento por el cual se han orientado para combatir a quienes los han enfrentados.
Constante puntofijista
Es el caso, por ejemplo, del gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1964) que se defendió de los distintos intentos que, infructuosamente, pretendieron derrocarlo aunque para ello, el líder adeco, transgredió, de manera violenta y desaforada la Constitución Nacional que él mismo había promulgado; le gustaba decir a Betancourt que la primera tarea de su gobierno era la de no dejarse tumbar, propósito que cumplió a costa de centenares de compatriotas muertos, de una alta represión y de la violación contumaz de los derechos humanos del pueblo venezolano; su lema era ¡disparen primero, averigüen después!
Esta conducta política fue la constante durante todos los gobiernos surgidos del puntofijsmo, se cuentan por miles los venezolanos muertos, desaparecidos, torturados y encarcelados en condiciones brutales e infrahumanas, que padecieron y sufrieron la acción represiva de esos gobiernos, concebidos para garantizar los privilegios de la oligarquía criolla y mantener los intereses petroleros del imperialismo estadounidense.
Nunca como ahora
A diferencia, por cierto, de los gobiernos inspirados en el Proyecto Político Bolivariano- Chavista, tanto los del Comandante Chávez como, ahora, el de Nicolás Maduro, que, si bien, han tenido suficientemente claro la necesidad primordial de no dejarse tumbar, su preservación la han asumido, siempre, respetando de manera impecable el espíritu y la letra de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, a pesar del asedio implacable y pertinaz al que han estado sometidos, durante estos 16 años, por sus encarnizados enemigos.
Nunca como ahora, en nuestro país, se han respetado los derechos humanos de quienes han pretendido soliviantar el orden constitucional; los contados pero lamentables excesos cometidos por impulsivos funcionarios, prontamente, han sido sancionados, en base a lo pautado por las Leyes de la República.
Chávez y Maduro, producto de la formación humanista y revolucionaria que los distingue, han sido y son celosos guardianes de los principios fundamentales de la CRBV, destinados a garantizar y preservar los derechos humanos; esta es una aseveración que responde, libre de todo apasionamiento, a la más objetiva apreciación de la realidad histórica venezolana; quienes conocemos, por vivencias o por estudio, la historia reciente del país, sabemos que no hay comparación posible entre la manera de conducirse frente a los derechos humanos de sus adversarios políticos de los regímenes de la cuarta república puntofijista y los gobiernos bolivarianos y chavistas.
Sólo la manipulación mediática, tanto a nivel local como internacional, hace posible establecer alguna analogía entre los regímenes gubernamentales de estos dos períodos y modelos políticos absolutamente contrapuestos. Dónde están los muertos, los desaparecidos y los miles de encarcelados de los gobiernos chavistas. No hay registro de desafuero alguno, porque, sencillamente, no han ocurrido; las denuncias que en ese sentido se han hecho son producto de la más burda manipulación.
Responsables por acción u omisión
En cambio hay múltiples evidencias, testimonios y testigos vivientes que certifican la conducta aviesa, perversa, represiva, criminal y anticonstitucional en materia de transgresión de los derechos humanos y de irrespeto a la vida y a la dignidad humana de los gobiernos de la segunda mitad del siglo XX venezolano; hechos de los cuales, unos cuantos de los que todavía fungen como conspicuos dirigentes y voceros de la oposición al gobierno bolivariano son responsables directos por acción y, otros, por omisión, en tanto, que asumen la defensa política y moral (mejor, inmoral ) de esos oprobiosos gobiernos.
Magnanimidad chavista
Los gobiernos chavistas han sido, por demás, magnánimos con quienes han pretendido derrocarlos, y ello, antes que expresión de debilidad es manifestación de fortaleza y de claridad política. Entendiendo que una cosa es hacer oposición, para lo cual tienen plenos derechos constitucionales todos los venezolanos que asumen una opción política distinta a la concepción chavista-bolivariana y que se plantean la conquista del poder por la vía legítima electoral y, otra, muy distinta, es la práctica golpista, fascista, anticonstitucional que a troche y moche pretende por la vía subversiva alcanzar el poder violentando todo el ordenamiento jurídico ocasionando muerte, desolación y propiciando caos y desasosiego en el seno de la población.
En 16 años, estos sectores, han desarrollado una estrategia continua desestabilizadora, monitoreada desde los círculos imperiales estadounidenses, apuntando al derrocamiento del Proyecto Chavista; han sido todos intentos infructuosos, en cuyo accionar han jugado a dos bandas, en varios tableros, en uno manteniendo la apariencia pacífica y careta electoral y en otra activando la vía insurreccional del paro empresarial, la guarimba, la guerra económica, la guerra psicológica, intento de magnicidio y el golpe de estado.
Son 16 años de fracasos acumulados, en la que se combinan los mismos actores, unos de manera más abierta que otros u otras, pero guiados todos por la misma intencionalidad y marcados todos por la misma incapacidad de construir una alternativa política capaz de entusiasmar a las grandes mayorías de venezolanos.
Les cuesta entender a estos actores políticos que el pueblo venezolano, con Chávez como guía y ductor, ha dado un salto gigantesco de toma de conciencia que lo hizo impermeable a los cantos de sirena de la oligarquía retrógrada y del imperialismo decadente.
Con todo y la magnanimidad chavista ha llegado la hora de castigarlos, aplicándoles las leyes. Basta de impunidad. Ya van varios encarcelados, incluyendo dos de los más prominentes y uno(a)s cuanto(a)s imputado(a)s, en lisa están otros tantos. Ha llegado la hora de la justicia, sin vuelta atrás.