Para el capitalista, el mercado no tiene límite, los excedentes de producción que implica la plusvalía acumulativa en cada segundo le impulsan a su promoción extensiva e intensiva. El capitalismo lleva sus buenos 500 años acumulando capital y de manera explosiva desde hace un par de siglos desde el maquinismo industrial.
Durante los últimos 100 años, para alimentar su necesaria demanda, la alta burguesía ha venido dependiendo de la producción de bienes bélicos y de los consecuentes mercados de posguerras[1]. Las guerras destruyen bienes duraderos que deben ser restituidos, y los demandantes fallecidos suelen reproducirse con creces porque los proletarios han sido prolíficos por excelencia.
Hoy por hoy la producción de armas ligeras y de mediano y alto poder acusan altos índices de empleo de fuerzas productivas porque las mercancías les resultan útiles tanto para alimentar como para matar.
Barcos, acorazados, aviones, tractores, camiones, repuestos afines, etc. armas de todos los calibres y cualidades destructivas representan los rubros modernos de producción industrial capitalista. Son bienes ligados a la guerra como única manera de mantener un mercado constante y creciente a los capitales que se han acumulado durante siglos sin tener salida en los mercados solventes ya saturados en los 5 continentes[2].
Las mercancías belicosas suelen ser no duraderas como los productos agrícolas de tal manera que tendrían su demanda asegurada todos los años mientras haya guerras y delincuencia armada.
Los cientos de miles y millones de muertos en guerras para este capitalista sólo suponen consumos efectivos de sus mercancías. Tal es, grueso modo, el consumismo bélico e inducido.
22/03/2015 07:13:38 a.m.
[1] Dejamos salva la cuestión de las mercancías morbosas, narcóticos, etc.
[2] El deterioro en la calidad y durabilidad de los bienes convencionales no les basta.