El capitalista, como intermediario del dinero, no deriva sus ganancias del mercado porque no existen los mercados de ahorristas ni de prestamistas

Nos proponemos negar la hipótesis acerca de la procedencia mercantil de la ganancia del capitalista, y con ello refutar definitivamente la idea de que las ganancias fabriles y comerciales procedan del mercado.

Esta confusión deriva de la Contabilidad burguesa. Ella asienta como costo de producción el salario a secas y omite la parte que conocemos como salarios no reconocidos o plusvalía.

Ante tanta incertidumbre reinante aún sobre la fuente del valor*, de la ganancia del capitalista fabricante y la del c. prestamista, detengámonos en el interés o renta del capital dinero que, indubitablemente, no puede venir del mercado puesto que el prestamista no compra ni vende dinero ya que este sólo sirve para comprar mercancías en general y para prestarlo, para invertirlo como capital dinero o como capital mercancía, o se lo regala.

Los ahorristas de la banca no venden su dinero, este está representado por ahorros que devengan la tasa llamada pasiva. Por su parte, el banco tampoco lo hace con los ahorros que tomó en préstamo y, a pesar de fungir de intermediario entre esos ahorristas suyos y los clientes del banco, asume la función de ahorrista o prestamista frente a sus clientes a cambio de una renta que le viene dada por la llamada tasa activa bancaria. En todo caso, podríamos considerar al banquero como un capitalista cuyos "trabajadores" serían los fabricantes y comerciantes que tiene como clientes, pero en estos  casos el prestamista no comercia, no opera en  mercado alguno, porque en estos hay que necesariamente vender o comprar. No existen los mercados de ahorristas ni de prestamistas.

Verdaderamente, no podemos afirmar que un prestamista o un banquero sea un comerciante del dinero, a pesar de que en la literatura económica, tanto marxista como no marxista, al financista se le envuelve en la categoría de capitalista mercantil al lado del intermediario  del resto  de todas las mercancías diferentes al dinero.

Para comprender mejor la demostración de que la ganancia del prestamista no procede de mercado alguno, debemos distinguir entre ventas al crédito y al contado que son formas del comercio de las mercancías, que son formas de la venta de las mercancías. Este no es el caso del dinero bancario ni del dinero en general.  

El dinero empezó históricamente como medio de compra, luego se hizo medio de pago, y cuando  apuraron las necesidades personales del trabajador  apareció el prestamista de dinero para esas compras de consumo final. Luego, con el desarrollo del capitalismo, apareció el dinero bancario  que desarrolló, a su vez, el capital “ficticio”[1], e hizo del dinero un medio de obtener una ganancia entre lo que paga por los depósitos de ahorros recibidos de sus ahorristas y lo que cobra a sus clientes a quienes les presta.

El comerciante, cuando vende alguna mercancía a crédito, asume la función de prestamista de dinero. En consecuencia, como tal prestamista, recibirá un interés que necesariamente procederá del trabajo, en caso de que su cliente sea un trabajador,  o procederá de la plusvalía extraída del trabajador cuando su cliente sea un fabricante o un comerciante. 

Si las ganancias de los prestamistas  y del capital dinero provienen del trabajo, o sea, de los salarios reconocidos, y  de las ganancias de fabricantes y comerciantes, estas últimas  también tienen como fuente el trabajo impago, o sea la plusvalía o salarios no reconocidos ya que  la banca no presta sin respaldos ni con cargo al albur del supuesto mercado, y mal podrían hacerlo aquellos.

Y si bien la plusvalía pudiera asimilarse a una mercancía, o como parte del valor de las fabricadas, está claro que las fábricas no son mercado, sino centros productores de mercancías con destino a aquel.

27/03/2015 05:54:54 p.m.

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* Esta confusión se remonta a los tiempos de Aristóteles y más atrás.  

[1] Se trata del dinero fiduciario y los créditos bancarios movibles con chequeras , y valores accionarios y afines.



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Manuel C. Martínez


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