El gobierno debe castigar al ladrón que halle entre sus filas, pero premiar y bonificar muy bien a quienes resulten honestos y eficientes, más allá de preseas e incrementos salariales.
Sería un gran pelón de esférica que al momento de sus jubilación, no disponga de buenos ahorros un funcionario que esté trabajando casi 24 horas diarias, dejando parte de su pelleja en cada gestión, en medio de estas pesadas batallas contra unos enemigos tan poderosos con el dinero mal habido desde hace sus buenas 5 centurias, y apoyados por todos los delincuentes de las sociedades burguesas que se hallan hermanados en negocios chimbos o en movidas chuecas como diría un mexicano.
Así como se debe castigar severamente al traidor, encarcelar al ladrón, al malversador de fondos, matraquero y especulador, asimismo debemos apreciar con significativos bonos dinerarios a los funcionarios de probada honestidad con hojas limpias de trabajo.
Las evaluaciones de la carrera de todos los funcionarios con alta responsabilidad técnica y administrativa deben ser periódicas y eventuales, al punto de que los mismos funcionarios inspeccionados tendrían parámetros para evaluar a sus propios subordinados con la mayor brevedad y más oportuna acción correctiva, si fuere el caso. A los informadores se les mantendría en secreto para resguardarle su vida.
Hasta ahora, la famosa entrega de Memoria y Cuenta no termina de ser suficientemente sinceras. Recordemos que la Administración sigue infectada por los llamados infiltrados.
Esas memorias y cuentas, cuentos fueron durante la 4ta. República, porque fueron en sí mismas, como ediciones de libracos muy bien empastados, otra malversación adicional a las muchas que no señalaban esas formalidades demagógicas de todos los años.
24/04/2015 06:37:51 p.m.
