Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
Si alguien sensato del gobierno, en la madrugada, cuando despojado de todo símbolo se encuentra consigo mismo, se preguntara ¿por qué las cosas van mal?; si ese alguien reflexionara, cuando la actividad febril del día a día se lo permite, llegaría a dos razones principales:
Una, abandonamos la capacidad de crítica y así nos aislamos de la realidad, perdimos la facultad de rectificar, de ver el camino.
Dos, no pudimos, en la ceguera, defendernos de los extravíos; sacrificamos la ideología en aras del pragmatismo, del triunfo efímero; no pudimos seguir en el camino revolucionario porque perdimos la capacidad de aprender, de cambiar de acuerdo a lo aprendido.
En otras palabras: el pragmatismo sustituyó a la teoría, el "ya sabemos" sustituyó al estudio, nos conformamos con la imagen y perdimos la esencia, y esta actitud nos arruinó. Este alguien, sensato, estaría en el camino cierto: de estas dos fallas se desprende todo lo que hoy padece la Revolución.
Se perdió la capacidad de relacionar. Así no podemos entender que, por ejemplo, el bachaqueo tiene que ver con los valores del capitalismo que hemos estimulado, que la madre del bachaqueo fue Daka, y que aquel triunfo electoral nos embriagó de pragmatismo, nos trajo a estas colas de hoy. No podemos relacionar la psiquis de estos bachaqueros con el regalo de la camioneta, con el mango que se convirtió en casa, con la ética del logro sin esfuerzo. No podemos entender que la guerra económica no es tal guerra sino que es la esencia del capitalismo: el lucro, la ganancia. El capitalismo, la burguesía toda no funciona con otros móviles.
Sin entender la importancia de los valores, de la ética, borraron del Plan de la Patria una de las principales orientaciones de Chávez: la lucha contra la "lógica del capital". No vimos que el capitalismo es una cultura, no relacionamos economía capitalista con psiquis capitalista; nos aliamos a la burguesía para "elevar las fuerzas productivas" y lo que conseguimos fue elevar a niveles delincuenciales la conciencia egoísta, consumista, que hoy nos atosiga.
Entonces, no ha sido por falta de trabajo, de agite o, como decía el General Torrijos, por falta de "ardilleo" que la Revolución está en graves problemas políticos, sociales, económicos; al contrario, ha sido por falta de pensar, de reflexionar. Y lo que es peor, si seguimos con esa actitud de esconder la realidad tras la acción sin sentido el destino será la caída.
Así, nuestro alguien, sensato, del gobierno estaría en camino de resolver los problemas; ojalá tenga suficiente poder para impulsar una rectificación; que cuando claree el día y lo arropen nuevamente las mieles del poder tenga la capacidad de poner en riesgo la dulzura de la lisonja por la miasma de la crítica y difunda los consejos de la madrugada; ojalá no comience el día con el mismo discurso de que "todo está bien" y que quien diga lo contrario "es enemigo".
Es difícil que nuestro alguien hable, contra la crítica se confabulan muchas fuerzas, no es fácil disentir, ir contracorriente; más cómodo es ir con el viento, asentir todo, no correr riesgos... esperar que el fascismo llegue, y después acusar de la derrota a quienes advirtieron el abismo.