El año de 1992, cuando emerge el Comandante Chávez en el panorama político nacional, puede considerarse como el inicio de la Revolución Bolivariana en Venezuela. (Posteriormente, esta revolución transciende fronteras y sus ideales recorren Suramérica, Latinoamérica y el mundo en general). Sin embargo, hay que decirlo, no ha estado exenta de sobresaltos y amenazas que han podido derrumbarla o desviarla de sus propósitos iníciales. (Golpes de Estado en diferentes versiones, guerra económica, Guarimbas, entre otras aventuras).
Pero, ante estas situaciones la consistencia y sobre todo la esencia de un pueblo consciente y agradecido por todos los logros de la revolución a través de las diferentes misiones y la política social del Estado en general, ha hecho que la revolución perdure, pese al penúltimo intento injerencista de los Estados Unidos de Norteamérica, ya conocido por todas y todos los venezolanos.
En otras palabras, Venezuela está inmersa en un gigantesco proceso revolucionario que se extenderá por décadas y en cierto modo a lo largo del presente siglo, mientras siga siendo un terreno fértil para la continuidad de la Revolución Bolivariana, la cual está llamada a resolver la contradicción entre el mundo socialista y el mundo capitalista.
Pero eso implica que, una victoria socialista sobre el capitalismo, debe darse si se desarrolla un interés verdadero de todas las mujeres y todos los hombres por el crecimiento de la productividad del trabajo social; que se utilice consciente y adecuadamente la tecnología; que se produzca la unificación de la sociedad y, sobre todo que se creen las condiciones favorables a la expansión y a la utilización de todas las capacidades humanas.
De hecho, sobre esta realidad se trabaja, tratando de crear una nueva sociedad.