La clave de la fortaleza del liderazgo del Comandante Chávez como conductor de un proceso asediado por una guerra psicológica basada en la mentira y en la manipulación estuvo, en que acortó la distancia entre el discurso y la praxis. Entre el compromiso y la responsabilidad asumida. Con ello le dio vida a un nuevo modo de hacer política basado en la ética política. Del que dice lo que piensa y hace lo que se dice.
La decisión de eliminar, sin que haya mediado un debate nacional, el derecho del pueblo a elegir directamente sus representantes en el Parlatino, contradice el protagonismo popular y el desarrollo de la democracia directa plasmado en la Constitución y también, el principio de progresividad de los derechos humanos establecido en la misma. Se aleja del ideario programático de la revolución bolivariana que postula la superación del modelo democrático representativo oligárquico y cupular que caracterizó a la IV República, con el advenimiento de una democracia participativa, protagónica y refrendaría.
En víspera de elecciones parlamentarias, cuando se exige máxima prudencia a los actores institucionales, especialmente al árbitro, se acude al CNE para legitimar esta regresión que desdice el discurso político de la revolución, aun cuando este organismo no tiene competencia para pronunciarse sobre el fondo del asunto. Se ha dicho que los diputados al Parlatino “no le rinden cuenta a nadie” y generan “costos burocráticos innecesarios”, por lo que deberían ser designados del seno de la AN como era en la Cuarta. Sin embargo, también ellos son parte del Poder Legislativo aunque cumplen una función específica en el área internacional. Si hay vacíos normativos en las relaciones entre el grupo venezolano del Parlatino y la AN, estos podrían resolverse sin dar un “salto atrás”, con una reforma del reglamento interior y de debates para evitar que “anden por la libre”.
La elección popular del Parlatino Venezolano proviene de la Constituyente y del propio tratado de institucionalización de dicho parlamento, con el fin de darle mayor legitimidad democrática a un organismo multilateral, que es el embrión de lo que en un futuro cercano será el Parlamento de la CELAC. Un proyecto clave para consolidar la integración regional.