Revisando las ideas sobre los modelo de desarrollo me encuentro con la exposición de Hernán Luis Torres Núñez, ya sabemos que no es una marxista, que pone en duda la lucha de clases, pero acepta la ideas de la revolución de las fuerzas productivas, no así de las relaciones sociales de producción. Comencemos: “Creo que hay que insistir en que debemos edificar un socialismo del siglo XXI, y no reeditar el modelo del siglo XX, un modelo de socialismo que no debe repetir los errores del estatismo y burocratismo de la Unión Soviética, un modelo que asuma la globalización como un factor a considerar y con el cual hay que convivir, se quiera o no”. Aquí se puede estar de acuerdo en no repetir los errores del socialismo del siglo XX, reproducir y emular sus mejores logros, pero no, en renunciar a la herencia del socialismo, en asumir una postura anti socialista, renegar del pasado, DEL MARXISMO, como si las cosas no tienen raíces, vínculos con la historia, es renunciar a la historia del socialismo por vergüenza de lo que ha pasado con la disolución de la Unión Soviética. ¿Pero cómo convivir o asumir la globalización en el contexto del socialismo del siglo XXI?.
La renuncia a la historia de la lucha por el socialismo, por sus logros históricos, significa un retroceso, no se puede negar que el socialismo del siglo XXI, el Estado tiene un rol que jugar, y no se trata de “estatismo”, sino de la posibilidad de que el socialismo regido por el Estado, construya “un modelo que tenga en cuenta el comportamiento de los mercados y ejerza una regulación positiva en términos de garantizar el crecimiento económico y la generación de empleo. Un modelo de distribución de la riqueza a través del gasto social que no esté basado exclusivamente en la renta petrolera”. Por supuesto el socialismo del siglo XX, reconoce el papel del mercado, pero no su dominio, su hegemonía, sabe de las fuerzas de la globalización de los mercados y del papel de las corporaciones transnacionales pero no se somete a la influencia de dichas fuerzas.
Cuando se dice del socialismo de Estado del siglo XXI, eso no significa que la burocracia lo hace todo, no es así, sino que comparte la tareas económicas con la sociedad, con las empresas de producción social, en relación con las fuerzas del mercado, asimismo, con referencia a la empresa privada en la transición, ella tiene su espacio, solo que se subordina al interés nacional, a la política económica del desarrollo, de la planificación socialista, sujeta a “las regulaciones positivas” para garantizar el crecimiento económico y el desarrollo social, por eso que el socialismo del siglo XXI es un modelo no solo de producción social sino también de distribución de riqueza, y “no solo a través del gasto social”, sino también de la incorporación del trabajador a la producción de riqueza.
El socialismo del siglo XXI, debe crear empresas, no solo de propiedad estatal, sino también de propiedad social, sin obviar aquellas privadas, subordinadas al plan de desarrollo de la nación, que permita la diversificación productiva, fundamentado en la industria pesada y ligera, y para ello, no es suficiente las fuerzas de las inversiones del Estado, también se necesita el capital mixto mediante “Un modelo que atraiga las inversiones extranjeras para la exportación, con transferencia de tecnología y apertura de mercados internacionales a los productos venezolanos”, bajo un estatuto de las inversiones que regule la repatriación de sus inversiones en dólares a cambio de transferencia de tecnología y apertura de los productos venezolanos en el exterior que permita atraer dólares del exterior.
Ese modelo de socialismo del siglo XXI es nacionalista en medio de la globalización de los mercados, persigue el bienestar nacional, representa “Un modelo que no haga de las estatizaciones un fin en sí mismo, sino un medio para el desarrollo económico. Un sistema que ejerza una efectiva regulación de la banca como un medio para el desarrollo del crédito a los productores venezolanos y a la población para la adquisición de viviendas”, ” independiente del régimen socioeconómico en igualdad de condiciones, priorizando la producción social solo que dicho modelo no puede someter la vivienda al libre mercado, el derecho del techo sometido a la oferta y demanda, la vivienda no es una mercancía, es un derecho humano, una condición básica para el desarrollo de las fuerza productivas sociales.
Convenimos en la dialéctica del desarrollo, de la unidad de los contrarios, “aceptando que la propiedad privada de los medios de producción es la base del sistema capitalista, aceptemos la dialéctica inmersa en el marxismo”, pero también superar al contrario, la identidad, con el socialismo productivo, construyendo la antítesis del capitalismo, el que los medios de producción sean propiedad privada o solo propiedad del Estado, la relación hibrida, la fórmula de la síntesis, partiendo de la idea de que la riqueza la crea los trabajadores, que ellos producen para el sostenimiento de la sociedad, y que el excedente debe ser redistribuido en proporción equitativa sin que el estado renuncie a representar los intereses de toda la sociedad, nivelando para ello los salarios de todos los miembros de la sociedad de acuerdo a la primera ley fundamental del socialismo a cada quien según su capacidad y a cada quien según su trabajo.
Por ultimo no se trata de construir “un modelo económico pragmático que mantenga el crecimiento económico y el incremento del empleo, con un Estado que regule donde deba hacerlo y de libertad de acción donde no debe ejercer una influencia importante. ….Un modelo económico que no esté atado a ideas preconcebidas, a esquemas rígidos que surjan de una ideología que superponga a la realidad económica, social y política del país”. No es así, es el estado en el socialismo es rector del desarrollo social, se rige no por el pragmatismo, sino por la teoría y la práctica, orientado por el socialismo científico, que regule el desarrollo de manera consciente con la participación del interés de la sociedad, un socialismo deslastrado de dogmas anticomunistas, y sobre todo de prejuicios pragmáticos además de fundamentalismos antimarxistas en relación a los temas de la estatización de las empresas privadas, distribución de la riqueza versus austeridad fiscal y liberalización de precios, control del estado versus liberalización del mercado (liberalización de precios).
En definitiva el modelo de socialismo del siglo XXI que aspira HLTN, es un socialismo hibrido, que renuncia a la creación del nuevo modelo de producción socialista, de sus nuevas relaciones socialistas, hace hincapié en que puesto que la propiedad privada en la historia estuvo presente en todos los modos de producción pasado, de la esclavitud y el feudalismo, también en el socialismo del siglo XXI debe existir, sin ver, el carácter transitorio de la misma, su subordinación al nuevo desarrollo social, sobre todo, la regulación de la tasa de la ganancia, del impuesto a los ingresos (a la propiedad, bienes y riqueza), la regulación de los precios y la calidad de los productos, el socialismo debe demostrar con la participación de los consejos comunales, los clase trabajadora, un nuevo modelo productivo y de distribución de la riqueza social.
Fuente:
1.- Hernán Luis Torres Núñez, El fundamentalismo de la economía socialista versus el neoliberalismo, Aporrea, 28/07/2009, El fundamentalismo de la economía socialista versus el neoliberalismo