Paradójicamente, los presentes tiempos de revolución, de cambios protocolares, de innovaciones robinsonianas, a veces más frecuentes que las que pudo haberse propuesto Don Simón Rodríguez, son, más bien, tiempos de urgente revisión y aplicación de las numerosísimas leyes y subleyes que ya han sido elaboradas durante esos 200 años republicanos que llevamos y que, al parecer, a juicio de algunos constitucionalistas y leguleyos, necesitamos de más y nuevas formas de legislar.
Recordemos que para no cometer los mismos yerros del pasado, debemos conocer la Historia, y específicamente la larga y pesada historia de nuestra legislación que carga con sus buenos 400 años encima.
Más que legislar, pareciera que nos hace falta, por el contrario, elegir nuevas formas de aplicar el inmenso cúmulo de leyes y leyecitas que albergan los atiborrados archivos jurídicos de nuestra Asamblea Nacional y del Archivo General de la Nación, del Ministerio de la Cultura.
Para nadie es un secreto que hasta hemos legislado sobre asuntos sobre los que ya se lo hizo, pero como jamás se han aplicado sus contenidos parecieran de urgente necesidad.
Si en algo el diputado de ahora debería ocuparse con prioridad relevante es en hacer una revisión compilatoria de cuánto hemos legislado, a fin de hacer una depuración de tantas duplicidades reglamentarias, de tanta jurisprudencia redundante, aunque estas hayan estado sirviendo deliberadamente para las correspondientes tácticas muy dilatorias a la hora de aplicar correctivos en lo moral, en lo civil, en lo penal, en lo político.
Esa encomienda debería ser una tarea legislativa de urgente ejecución, ahora con motivo de estos cambios en la composición etaria de nuestros futuros legisladores.
29/05/2015 08:58:44 a.m.
[1] Ese Derecho casuístico o Indiano lleva ya más de 400 años. Nos ha inculcado la perversa idea de que cada delito tiene sus características minuciosas o especificidades, al punto de que legisla para cada forma de robar, de atracar, de comerse los semáforos, valga la anacronía, con lo cual asimismo debe moverse el pesado aparato moderno legislativo y ocupar horas y más horas de bizaantinidades, tomarse todo el tiempo que nos caracteriza actualmente para hacer alguito, para luego castigara a delincuentes que podrían salir beneficiados por prescripción para el momento del no menos tardío “ejecútese” para cada caso, cada tema, cada presentación, cada comisión de un mismo delito, a veces cometido por Chucho y otras por Julián.