Si algo caracteriza al revolucionario de las estructuras es su impertérrito optimismo. ¡Ay! de quien asome pesimismos porque evidencia ser de la derecha.
Hay caras largas, han bajado los niveles del humor y los ahorros también de quienes siempre han podido mantener alguna cuota de reservas para emergencias, algunas prendas que pignorar o vender, algunos créditos abiertos porque su honradez así se los permiten, o disponer de uno que otro prestamista "amigo", para esos gastos imprevistos que no le faltan al hombre de trabajo, al proletario pobre, para quienes siempre andan necesitando medio para completar un real", según uno de los aforismos favoritos de mi amada abuela materna.
Es que el pobre siempre ha andado corto de fondos, a diferencia de los ricos que siempre andan acumulando intereses sobre sus capitales en constante capitalización.
Los ricos lo saben y lo han sabido siempre. Por eso estas insólitas y constantes subas de precios para la cesta básica que son los que más pesan sobre los salarios, sobre los ahorros del consumidor.
Nos han declarado y puesto inejecución este saqueo comercial de los salarios para que los pobres, pobres sigan siéndolo, para que sus pensiones y empoderamientos varios sean trasegados de nuevo hacia los mismos bolsillos que guardaban la usurpada Renta Petrolera, cosas así. Sólo que, esta vez, la pobreza del proletario ya no sería atribuida a la riqueza de los hambrientos capitalistas, sino al gobierno que desean sacar de Miraflores, tal como le atribuyeron los muertos de Llaguno.
De seguir como estamos, sin que el gobierno muestre más eficiencia en sus estrategias y alcance más eficacia con sus tácticas antiinflacionarias, entonces, para las vendieras vacaciones nos quedaremos en casita, y para la Navidad entrante ya no habrá "estrenos" porque las deudas acumuladas por el trabajador serán para pagarle a los prestamistas que tan oportunamente nos sacaron la pata del barro, otro aforismo de la misma fuente[1].
Resulta obvio que los comerciantes disponen de inventarios acreditados por los intermediarios que les preceden, y estos de los créditos otorgados por los correspondientes fabricantes, quienes al lado de aquellos y ellos mismos los han recibido de la misma banca.
Todo será cuestión de un tiempo prudencial para cuando los esquilmados consumidores de por ahora vayan reajustando sus hábitos de consumo y aquellos inventarios empiecen a enfriarse.
Porque, en principio, es el capital financiero el gran saco hacia donde van a parar todas o casi todas las rentas de los fabricantes y comerciantes; no en balde el Capital Financiero domina e impera en el mundo burgués.
Porque, si bien el principio de la histéresis de los precios impedirán que vuelvan los bajos de otrora, bajarán porque, de seguir elevándose, habrán acabado con la gallinita de los huevos de oro, pero no con la moral de sus dueños ni con su inagotable fuerza de trabajo, de los trabajadores que le exigirían a todos los patronos que: o les ajustan los salarios a los precios a los que venden sus mercancías fabricadas por los consumidores, o tomarán todas esas esas empresas, todos esos centros comerciales, y lo harían sin tirar una piedra, sin sacrificar vidas humanas, sin caer en la guerra civil que vienen fomentando desde las guarimbas aquellas que pretendieron mostrar una Venezuela forajida.
Por eso, además de "trabajo, trabajo y más trabajo" ; además de "paciencia, paciencia y más paciencia", debemos llenarnos de optimismo, optimismo y más optimismo, porque sencillamente mientras más nos combatan más nos confirman que estamos y seguiremos en el camino de la revolución cuya marcha va alcanzando metas, metas y más metas.
16/06/2015 06:06:46 p.m.
[1] Se me ocurre pensar que Platones somos todos porque solemos recoger y expresar lo que nuestras abuelas no pudieron hacer.