Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
Para entender la importancia de Chávez, del Che, de Fidel para la humanidad, sólo es necesario pensar cómo sería el mundo hoy con la presencia plena de alguno de estos líderes. Veamos.
El capitalismo reina en el planeta, ya el mundo le queda pequeño, parece que alcanzó los límites de su crecimiento. No hay rincón donde el sistema capitalista no deje su huella maléfica, y no hay actividad que no sea objeto de su comercio. El capitalismo cumplió su ciclo vital y ya no puede crecer más sin lesionar gravemente la vida, el planeta, es un perverso parásito que crece a costa de acabar con su huésped, el planeta, la vida.
Ése es el dilema central de estos tiempos: el capitalismo para mantenerse, para crecer, debe destruir la vida. Ya no se trata de una parte de la sociedad explotando a otra, ahora además es la humanidad destruyendo el planeta, destruyéndose a sí misma, suicidándose. China ha sido su víctima. Ya se traslada por todo el planeta disfrazado de progreso, de desarrollo y lo que porta es destrucción; los gobernantes cándidos o cómplices lo presentan como paradigma.
La humanidad está paralizada en el capitalismo, sólo se retuerce dentro de su lógica; no hay movimientos contra el sistema capitalista que emocionen, esperanzadores, todos se limitan a sacudidas temporales que forman parte del teatro capitalista. Fueron pompas de jabón los llamados "ocupa", que reclamaban facilidades para sus tarjetas de crédito, sólo fueron triste remedo de aquel Mayo francés, o los gorgoteos de "podemos" en España, válvula para remozar al sistema capitalista, tal como en su momento lo fue el psoe de felipillo. El antisistema se reduce a uno que otro discurso en alguna cumbre intrascendente.
Aquí nosotros estamos atrapados en la restauración del capitalismo, los vestigios de Socialismo son extirpados, la disidencia organizada se limita a competir dentro de la lógica del capital, forma parte de él, trata de adecentarlo, su más alta meta es luchar contra la corrupción dentro del sistema, conseguir algunos diputados, participar en el cretinismo parlamentario.
La humanidad sufre una demencia que la hace caminar hacia el fin sin percatarse, es que el capitalismo es una enfermedad que genera en las víctimas la incapacidad de defenderse, no perciben el peligro, pasan su vida ocupados en tonterías. Los políticos están intoxicados de capitalismo, están incapacitados para salir de su lógica. Ya no hay quien cuestione de verdad, verdad al capitalismo, todos se pliegan, justifican su necesidad con las excusas más absurdas, existen algunos que tienen la desfachatez de decir que "el capitalismo es necesario para mantener la paz", y argumentan que cuanto más se entrega al capitalismo, al imperialismo, se abren más canales para la paz. Así, en nombre de una paz imposible, se rinden, conquistan la paz de la expoliación, el imperio capitalista camina "en paz" hacia la extinción de la vida.
El planeta vive horas grises, la unanimidad en la infamia aplasta la esperanza, la humanidad triste arrastra sus días en el fango de la resignación a una existencia sin sentido, la medianía aplasta cualquier destello, el humano se transforma en cosa, en pieza de consumo y de producción.
Nunca como ahora la vida necesitó de grandes hombres capaces de entender y estar a la altura del dilema de estos tiempos: Socialismo o extinción, Socialismo o muerte. Fidel alertó temprano el peligro para la especie humana, pocos le hicieron caso, desde ese día hasta hoy la situación ha empeorado, el Socialismo volvió a las catacumbas, allá junto al cristianismo primitivo esperan un milagro, que aparezca un nuevo Fidel, un nuevo Che, un nuevo Chávez. Esperan a hombres que tuvieron el coraje de enfrentarse al imperio capitalista mundial sin excusas, sin retóricas, hombres capaces de salvar a la humanidad.
Aún hay tiempo.