Los resultados de las primarias del PSUV del pasado domingo, naturalmente, son motivo de euforia para los chavistas. La crisis económica, el auge de la criminalidad, la aparente falta de respuestas del gobierno, parecían anunciar un castigo por parte del grueso de los venezolanos, incluidos los chavistas, los cuales, lógicamente, podían no participar a los llamados de sus dirigentes. Pero la participación fue tan importante que, por ejemplo en Carabobo, casi duplicó a la de los opositores en su oportunidad de primarias.
Por otro lado, esos más de 3 millones de votantes chavistas son un "no-hecho" para la oposición: algo que nunca ocurrió, sólo porque se afirma que no pasó. Demostración de lo que afirmaba hace poco el amigo León Uzcátegui: la salud mental escasea hoy entre los venezolanos. La negación se ha convertido en el principal mecanismo de defensa de la psiquis de los opositores. Así como se negaron a reconocer la victoria de Maduro en las pasadas elecciones presidenciales, y la derrota de las "guarimbas"; así como se han repetido una y otra vez que el anuncio del CNE de la fecha de las elecciones fue una "conquista" de la huelga de hambre de López, y no algo que iba a ocurrir de todas maneras, como el amanecer de cualquier día; del mismo modo insisten en que no, no fue gente a votar en las primarias del PSUV. En fin, la creación de una realidad propia. ¿Eso no es psicosis, León Uzcátegui?
Tal vez sea un poco inelegante citarme a sí mismo, pero hace unos meses, cuando caracterizaba en un artículo los cuatro mecanismos que, históricamente, han motivado el comportamiento electoral del venezolano; a saber: el castigo, la lealtad, la responsabilidad y la ilusión, decía: "Por supuesto que habrá castigo en las próximas elecciones. Es mucho el malestar por la inflación, el desabastecimiento y la inseguridad. Pero también habrá responsabilidad y lealtad. Que se entiendan y asuman las consecuencias de uno u otro voto: de un lado, apoyar la intervención norteamericana, entregar el país al FMI y BM junto a la persecución de lo que ha sido el chavismo; por el otro, respaldar el proceso bolivariano, el movimiento popular que ha ido más lejos en nuestra historia" (Lectura tangente, 26 marzo 2015). Una demostración de ese voto leal y responsable, fue el del domingo pasado en las primarias del PSUV. Lo maravilloso es la proporción de ese voto.
No dudo que haya habido coacción por parte de la burocracia gubernamental, en algunos, muy contados casos, para impulsar esa participación. La identidad Partido-gobierno-estado funciona como una lógica que atrapa a todos los involucrados en prácticas despóticas como esa. Pero sé que esa no fue la mayoría. Y lo sé, aplicando la epistemología de Karina: "Yo lo sé/Yo lo viví".
Fue un fenómeno de conciencia política. De una "nueva" cultura política definitivamente instalada en las bases populares. Por eso, este comportamiento ejemplar de la base chavista supera a sus dirigentes, a la burocratización existente, a la visible corrupción, a la ineptitud. Fue un voto leal a lo que representa Chávez, a la causa revolucionaria. Fue también quizás la manifestación de ese mito movilizador que llaman "Poder Popular Constituyente". Fue también el trabajo de una nueva generación de líderes de base que fueron casa por casa a convencer a todo el mundo.
Lo que no creo es que esos resultados extraordinarios, sean un cheque en blanco a la dirigencia partidaria, a la burocracia, a un estado ineficiente y corrompido. Las encuestas también lo muestran. Ese "lecho de piedra" del chavismo, que ronda el 60% de los votantes para el 6 de diciembre, le está dando el beneficio de la duda al presidente Maduro para que resuelva los grandes problemas. Se lo están dando únicamente porque ofreció seguir la senda revolucionaria. Esos venezolanos siguen la marcha del Comandante Chávez. Son más que el Gobierno, más que el Estado, más que el Partido. Es mejor que no lo nieguen.