Hay mercancías cuyas demandas suelen crecer cuando bajan los precios porque parte de los demandantes insolventes tienen acceso a una oferta más barata; ello responde a aquellas mercancías con alta elasticidad, y por consiguiente, al subir los precios bajan su demanda con rentas constantes.
La comida, el vestido y el calzado pueden ver reducida su demandas mediante cinturones apretados, los remiendos, las menores dosis alimentarias, cosas así. No ocurra así con la necesidad de curarnos porque o pagamos los servicios médicos al precio que sea, o nos morimos. Se trata de una elasticidad propia la demanda de las mercancías integrantes de la cesta básica, por ejemplo, los bienes del calzado, del vestido, de limpieza y lencería reúnen esa propiedad, pero son las mercancías sanitarias y los servicios medicoasistenciales las de máxima inelasticidad, lo que se traduce en una virtual renuncia a su demanda por los elevados precios esos bienes.
No se conoce a ninguna empresa medicoasistencial o clínica privada que abarate sus precios porque su demanda baje a precios superiores. Tampoco se conoce descuentos por los servicios médicos recibidos religiosamente por pacientes habituales, de esos que van llenando el calendario anual del galeno que todos los días de consulta ve saturada su demanda porque meses atrás les dio citas periódicas a su enfermiza clientela.
Para elevados precios de consultas, simplemente, los enfermos quedan sin remedio o se mueren y ya. Proponemos que así como la Repúblicas les tituló para su libre ejercicio profesional (comercial), asimismo, el Estado podría ir pensando en la obligación de que cada médico reciba una cuota determinada de pacientes a precios solidarios y hasta gratis, así como las empresas están obligadas a mantener una cuota de incapacitados en sus plantillas laborales.
19/07/2015 03:02:26 p.m.
