Recordando la grandeza del Presidente Maduro en la época absurda de las guarimbas del 2014, sus invitaciones al diálogo en Miraflores que estimularon mi reconocimiento a través de un artículo en este mismo portal, aspiro, estoy segura, de poder lograr un encuentro a puerta cerrada con el colectivo que se está llamando marea socialista. Entendiendo que son de izquierda, progresistas, honestos y sinceros, pero que difieren en algunos aspectos fundamentales, básicos, de la gestión del Gobierno. Que también es de izquierda, progresista, honesto y sincero. Imagino las sonrisas cínicas de algunos lectores, probablemente opositores, que no creen en la honestidad de este Gobierno. Me seguirán llamando "ingenua" pero ¡sí creo! Y por ello me atrevo a pedirlo. Ya otro compañero de Aporrea, Jesús Silva, lo hizo público. Y no creo que todavía se haya logrado, a pesar de las conveniencias, del momento crítico, agudo, desastroso, que el país, nosotros todos, estamos viviendo.
Porque sigo leyendo entrevistas que en lo personal, me preocupan. Ayer de Héctor Navarro, hoy de Ana Elisa Osorio, días pasados de Edgardo Lander, a quién tengo clasificado como mi guía mayor, hace muchos días al conocido profesor Giordani. Todos ellos tienen un denominador común: fueron leales a Chávez, sus consejeros, compañeros, brazos ejecutores, compañeros. De los otros, los que escriben a cada rato por este medio, los que Mario Silva ha llamado con nombre y apellido, a esos no los conozco. Pero deberían tener también su oportunidad de explicarse.
Un amigo común me contaba hace mucho, mucho tiempo, que le preguntaba a Navarro sobre su relación con Chávez, habiendo sido su Ministro en múltiples ocasiones. Y relataba, en son de asombro y hasta con un guiño de crítica, que Navarro decía: Chávez manda y yo obedezco.
Ana Elisa Osorio, a quién personalmente no conozco, la recuerdo como colaboradora del Correo del Orinoco en la misma época en que yo también lo era, estando Chávez vivo, denunciando ella desde ese entonces corrupción en el entorno al Gobierno, pidiendo la contraloría. Por supuesto, ¿quién no recuerda haberla visto angustiada por televisión, en los momentos críticos del 11 de abril, esa noche en el Palacio de Miraflores, cuando se llevaron a nuestro presidente? ¿Y a Giordani?
Mario Silva, en su Hojilla, nos recuerda la unidad, y enfatiza proféticamente que la única manera de causarle una herida profunda a la revolución, es la falta de unidad, la separación entre sus miembros políticos, la disidencia. Y por un lado se recibe con los brazos abiertos a Ricardo Sánchez, con lo que estoy totalmente de acuerdo pues hay que sumar, sumar, sumar. Pero por otra parte, salen estas voces calificadas, en el portal de Aporrea, maximizadas luego por los medios opositores, quienes le sacan ventaja para sus fines, ¿voces que no son recogidas en casa? ¿En Miraflores? Con apertura, sinceridad, compartiendo visiones, oyendo explicaciones, acordando acciones.
De esos inventos que nos encantaban de Chávez, inventos que muchos estamos añorando, inventos de noches de insomnio, noches creativas bajo la luz de la luna, le voy a pedir a Nicolás Maduro, nuestro Presidente chavista, constitucional, honrado, abierto, amoroso, sincero, que invente. Una tarde de conversa, un abrazo entre hermanos, un ponerse de acuerdo, para el bien de la revolución, de la patria bonita que todos soñamos junto a Chávez. Patria que hoy no nos luce bonita, sino cuesta arriba, difícil, con hambre y carestía, con amenaza de guerra, jinetes del apocalipsis de San Juan que debemos obligatoriamente ahuyentar, como sea, superando diferencias, orgullos, traiciones, rencores. Y preservando lo bueno, la lealtad que si existió, la capacidad intelectual, la pasión. Por el bien de la Revolución. José Vicente Rangel podría ser un moderador y Vanessa Davies la que escriba el acta. ¡Adelante Presidente!
