Los problemas de fronteras se solucionan eliminando las fronteras, indica Hector Abad Faciolince, al respecto No se puede acelerar la historia, la globalización pretende ir a una velocidad para la cual no están preparados los países y los pueblos, por eso los procesos de integración, para ir paso a paso, en la medida de sus posibilidades, colaborando en la unión de procesos económicos, sociales y políticos tal cual PETROCARIBE es ejemplo de integración para el mundo. Por su parte, dice Luis Britto García, En La Grande Illusion, de Jean Renoir, dos prófugos de una prisión militar alemana huyen por el bosque nevado. Uno pregunta si ya han cruzado la frontera, porque todo parece igual. No sé, contesta el otro: las fronteras las inventaron los hombres. Habrá un mundo sin fronteras, después de que desaparezcan las que separan las clases sociales y la propiedad privada de los medios de producción.
Sin embargo señala Abad, Como esto no es siempre viable para los Gobiernos (porque a los dos lados hay intereses económicos y sistemas políticos incompatibles) entonces hay que tratar de solucionar el factor que genera más tensión y violencia en las fronteras: el contrabando de cosas. Al final se pregunta ¿Y las personas? Las personas nunca deberían ser tratadas como mercancías, ni aquí ni allá. La nacionalidad no da ni quita el atributo de seres humanos.
Perfecto, pero sucede que la parapolítica colombiana viene tratando el contrabando de cosas y personas como un problema único, de un lado se sirve de la mano de obra bachaquera como contrabandista, como mula, además de personas contrabandista de dinero y droga, para traficar "cosas, mercancías" ilegales, además por otro lado, las casas de cambio colombiana paga con dinero producto del narcotráfico, (lavado), a bachaqueros, por sus mercancías (subsidiadas en Venezuela), estimulando "el contrabando de cosas" a la vista del gobierno colombiano, quienes admite hasta ciertos límites.
¿Cuál es el problema con las mercancías se interroga Abad?. El problema radica básicamente en tres aspectos: las protegidas, las subsidiadas y las ilegales. Si un país produce azúcar cara y protege a los productores de azúcar (caso colombiano) entonces no dejará entrar azúcar barata pues eso afectaría la producción nacional. La verdad es que a quienes afecta es a los consumidores nacionales. Exactamente, los productores nacionales colombianos son los perjudicados, pero como están lejos de la frontera lo permiten, y a medida que la mercancía subsidiada e ilegal de contrabando recorre la distancia nacional hacia la capital colombiana o más allá encarece su precio, nivelando más o menos su valor, de allí que no preocupe mucho el gobierno y los empresarios colombiano, aparte de que se hace un paliativo a los consumidores colombiano es desmedro de los consumidores y afectación del gobierno venezolano.
Siguiendo el ejemplo de Abad, analizando el problema principal, el de contrabando de cosas (y no de personas) dice: El proteccionismo suele ser un negocio de familias y gremios y se soluciona abriendo las fronteras, pero su influencia política y económica no lo permite. Se dedican entonces ingentes recursos a reprimir el contrabando de azúcar. Doble derroche de recursos. La solución es abrir la frontera y dejar entrar el azúcar barato hasta que los precios se nivelen. Se dirá que un país debe proteger la industria nacional. Suena bien, pero a la larga lo que esto genera es un problema peor: contrabando de telas, cigarrillos, carros, televisores, azúcar, etc. El proteccionismo solo funciona con una represión feroz en las fronteras, que genera corrupción en las autoridades.
El problema no es el proteccionismo, el gobierno de Colombia no establece proteccionismo en la frontera, al contrario, estimula el ingreso de productos subsidiados, alimentos, combustibles, dado que no asiste a su población en la frontera, ellas se encuentran en manos de paramilitares desmovilizados, de la autodefensas colombianas, de uribistas, dedicados a mejores negocios, el de contrabando de productos subsidiados, del lavado de dinero (dólares producto del narcotráfico), aplicando una política genocida y criminal en la frontera contra el vecino país, Venezuela.
De manera que Abad sugiera al gobierno venezolano el proteccionismo, pero, cuidado advierte, Para que nunca falle hay que crear un Gobierno represivo como el de Corea del Norte. Es peor el remedio que la enfermedad…Veamos ahora los productos subsidiados. Este no es tanto un problema de Colombia —que no subsidia casi nada— sino de Venezuela…. Un Gobierno tiene derecho a subsidiar estas mercancías, pero si quiere que su política funcione tiene que blindar las fronteras, no dejando que esos productos se filtren a países limítrofes. Estamos de acuerdo pero que hay de los malabarismos de las Casas de Cambio de Cúcuta que devalúan el Bolívar con respecto al Peso, a la par del Dólar Today que lo devalúa con respecto al Dólar, procediendo a perjudicar a los venezolanos, permitiendo que los productos subsidiados primero, y no subsidiados después, "se filtren a países vecinos". ¿De quién es el problema especulativo monetario, del lado de Colombia, o o es también del gobierno venezolano?.
Pero Abad no ve este problema fronterizo en integridad, el de las especulaciones monetarias, prefiere ignorarlas, y dedicarse solo al problema del "contrabando de cosas", como un problema simplemente comercial, de proteccionismo o libertad de mercado, de las mercancías que se prestan al contrabando, estimuladas por el incentivo monetario, por el lucro capitalista, en cambio ve que el gobierno venezolano es culpable, porque como portador de El populismo venezolano intenta mantener tranquila su base electoral vendiéndoles barata la canasta básica: arroz, aceite, harina, huevos, medicamentos de primera necesidad. No es que estos productos se produzcan abundantemente al otro lado, sino que se importan con el precio del dólar falso.
El llamado "dólar falso" lo asocia Abad al dólar que usa las autoridades venezolanas para importar alimentos, medicamentos, dólar que según él, está subvaluado, el producto de la venta del petróleo, para distribuir bienes a sus ciudadanos, ello no son dólares reales producto del narcotráfico, la intención subrepticia de Abad es que el gobierno venezolano devalúe el bolívar respecto del dólar, sin importar los consumidores nacionales, no le interesa el acceso del soberano a la canasta básica de alimento, que le llegue barata al pueblo, eso es Populismo, no es preocupación el de los derechos humanos, el acceso a los bienes primarios, es simple cálculo político electoral, Abad no puede entender que los productos subsidiados venezolanos son para los venezolanos a ese dólar que él llama falso, que obtiene la nación para el bien de sus ciudadanos.
Pero hay otro "dólar falso", el dólar falso-positivo, el dólar negro, otra mercancía ilegal con que se importa a Colombia, es el dólar del narcotráfico, el dólar paramilitar, el dólar uribista, el dólar cucuteño, que compra los productos subsidiados en la frontera, pero que el gobierno colombiano se hace indiferente, pese a que no puede admitir la importación ilegal de contrabando, admite los dólares falsos, las mercancía ilegales, avala la economía del crimen, producto del narcotráfico, y este es un problema que afecta a los dos países y no se trata simplemente de un problema comercial de contrabando ilegal, es un problema humano, no de simple mercancías ilegales de transvase, de proteccionismo, es un problema de agresión a la economía de otro país, a los derechos humano de otro país, a los derechos de los venezolanos que se ven desabastecido hasta lo más elemental para la existencia de vida humana y como nación.
Luego nos dice Abad, La responsabilidad de que no se den esos trasvases es del país que subsidia, no del vecino que se mantiene abierto al comercio para que entre lo que quiera. Si la Guardia Nacional, el Ejército o la Policía aduanera se dejan sobornar, el problema es del país que subsidia, no del país adonde entran los productos. ¿Y de quien será sino del gobierno colombiano, la responsabilidad de avalar las especulaciones monetarias de las Casas de Cambio en Cúcuta, quienes azuzan el contrabando ilegal, comprando bolívares con dólares producto del narcotráfico, comprando bolívares, para pagar con incentivos los productos subsidiados y se transvase a Colombia, y continuar operaciones reventa y obtener ganancias especulativas del comercio?.
Del mismo modo, Abad alega Lo mismo puede decirse de la gasolina. Si Venezuela quiere regalar la gasolina, es un asunto soberano; pero no le corresponde a Colombia, sino a Venezuela, velar porque esa gasolina no pase la frontera. Verdaderos negocios lucrativos en la frontera colombiana, mientras que Venezuela y su gobierno promueve una política de acceso a los bienes, el gobierno colombiano los niega, dos modelo económicos distintos se confrontan, el colombiano desea parasitar del venezolano, con aquello de contrabandear la gasolina como "regalo subsidiado", sin entender que el combustible es de los venezolanos, su soberano y para sus residentes, hace con su petróleo lo que considere conveniente para el país, mientras que otros hagan en su país lo que le convengan, sin perjudicar a sus vecinos.
Finalmente; Faciolince toma el ejemplo de otra cosa, de otra mercancía para tomarla como ejemplo en la frontera, Veamos los productos ilegales. Si son ilegales a lado y lado (como la cocaína), el país productor tiene que controlar la producción y el país receptor tiene que evitar el tránsito. Pero resulta que la cocaína es tan buen negocio que el país productor no da abasto para perseguir a los traficantes. Y al otro lado también es tan buen negocio que las autoridades se hacen las de la vista gorda y se enriquecen con dejar pasar. Ahí la culpa es compartida y la única solución es la seriedad: o se reprime en serio y no pasa ni un gramo, o se despenaliza y se deja el negocio en manos de los particulares. La primera solución se ha intentado durante decenios y no ha funcionado. Debería probarse la segunda.
Abad admite el libre comercio, el neoliberalismo, incluso de sustancias psicotrópicas que afectan a la juventud especialmente, el tesoro de la sociedad, para él debería probarse el tráfico libre de drogas, total es un "buen negocio", que Colombia como productor "no se da abasto", que corrompe a funcionarios en las fronteras mutuas, a las autoridades, y con ellas se enriquece el narcoparamilitarísmo, base del narcocapitalísmo para que se pueda dejar filtrar a Venezuela, otro modelo de desarrollo, que hay que probar "despenalizar la droga", total las cosas no afectan a las personas, que las personas no son mercancías pero son víctimas de ellas, de quienes las manejan a su antojo, de manera que el país consumidor debe aceptarlas como un buen negocio, o al menos el país de tránsito, Venezuela, porque como negocio no importa si le quita los atributos humanos o nó.
¿No es esto un problema donde el contrabando está asociado a las mercancías ilegales?. No hay duda el problema son las mercancías del capitalismo, del que sirve el narcocapitalísmo para destruir dos naciones, de un lado la colombiana y de la otra la venezolana que trata de impedir con sus dólares falso positivos, su modelo de desarrollo de soberanía nacional, inclusión social, el socialismo bolivariano y chavista, restándole los atributos humanos que había logrado la revolución hasta el 2012.
Fuente:
1.- Abad Faciolince, Hector, "Fronteras y contrabando; por Héctor Abad Faciolince" Prodavinci, 31 de agosto, 2015
2.- Britto García, Luis, "Frontera", Aporrea, 06/09/2015