En Venezuela también se ha dado el caso de periodistas que se creen con patente de corso para decir, hacer y escribir, lo que les venga en gana. Y no veo por qué. La profesión de periodista es tan igual como la del latonero, el pintor, el ingeniero, el biólogo, etc. Un pintor puede saber mucho de acrílicas, metalizadas, laca, lo que sea, pero eso no le da derecho a que si alguien quiere que se le pinte su auto con negro mate, el pintor lo haga con marrón oscuro; debe respetar al cliente. Igualmente un constructor no puede utilizar cabillas de poco diámetro en la base de un edificio de treinta pisos y luego poner a la venta semejante entrada a la muerte, diciendo que eso es una maravilla.
Es decir quien vulnera cualquier profesión es un bicho con diez patas y un cerebrito. La idea es que en todos los campos profesionales, se respete la ética, y el deseo del cliente, del lector, del enfermo. En Venezuela, el periodismo en manos de pocos se ha venido deteriorando. Diez años atrás, antes de que Lusinchi ofendiera a Luis Guillermo con la célebre “A mí no me jodes tú…”, habíamos palpado que a ciertos periodistas y columnistas se les había sometido a la persecución, por parte de los gobiernos puntofijistas. Le pasó a Alfredo Tarre, a una periodista de Venevisión y a una locutora a la que al parecer por órdenes directas de la barragana Blanca, habían mandado a despedir de su empleo.
La oficina de redacción del hoy EL NAZIANAL fue ultrajada por los espías de CAP que decidían qué salía y qué no. Pero fue a la llegada de Chávez al poder, de manos del pueblo, que empezó la ira de los editores contra un gobierno, al darse cuenta que no podían comprarle espacios ni chantajearlo, ni evadirle el pago de los impuestos, y que el gobierno no se prestara para servirles a sus planes inmorales bellos de hacer lo que les viniera en gana a través de los medios, en especial, los audiovisuales. El que MARCEL GRANIER se haya prestado para atentar contra el Estado parte de ahí. MARCEL ES UN GOLPISTA QUE ANDA LIBRE Y JODIENDO A MÁS NO PODER, RIÉNDOSE DE LA MAJESTAD DE UNA Revolución sustentada por la mayoría de los venezolanos. Lo mismo Venevisión, Televen y Globovisión. Primero sus intereses, después lo demás. Muchos periodistas se han dejado dominar por estos depredadores de alma (Otero, Granier, Cisneros, Camejo, Ravell, y otros, a quienes no los nombro porque equipararlos con estos medios de gran alcance, resultaría pensar que la mente brillante, creativa e ilimitada de García Márquez podría compararse con la de Rafael Poleo, gris, tarde de lluvia, “cuando Petare arruga el cu…” ¿Qué ejemplo podría darle Ibéyice Pacheco a una joven que quiera estudiar esta rama, cuando ella no ha sabido interpretar la noble profesión, ofendiendo, manipulando, vituperando, difamando a quien le venga en gana porque ella es PERIODISTA y si se meten con ella hasta la SIP podría enviarnos varios tanques de guerra, cohetes con cabezas nucleares. Incluyendo cascos azules y marines cascos de burro.
La señora Colomina, es un mal ejemplo a seguir, cuando según la voz del pueblo, que es la voz de la Revolución, al parecer tiene algunas cuentas pendientes con el canal que dirigió en la IV-R. Además de que la señora Colomina, en su ira contra Chávez, despotrica de los venezolanos, porque son ellos los que mantienen a Chávez en el poder y al parecer eso lo ignora la citada periodista, dejándose llevar por un odio que raya en la ridiculez. ¿Qué admiración puede causar Miguel Ángel Rodríguez, cuando evade los cánones asépticos de un comunicador para caer como un eunuco a los pies de la mentira y la información sin base sustentable? ¿Dónde podríamos colocar a Patricia Poleo? ¿Acaso en el museo del ejemplo, la rectitud, la decencia, la ética? ¿Por qué huye del país y no se presenta a los tribunales para desmentir la acusación que se le hace? ¿Cómo creer en ella? ¿Acaso mintiéndole al pueblo con la trillada “persecución a los medios”. Eso es estúpido. Su huida del país venezolano tiene que ver con otras cosas que no podemos asegurar aquí, pero que estamos seguros tienen espacios en cada mente, en cada cerebro de esta nueva generación de venezolanos a los que resulta muy difícil engañar. Un periodista, creo, debe tener la misma actitud de un maestro de escuela ante la sociedad, porque se mueve entre letras e información. La pasión política de un Omar Pérez, de un Gilberto Alcalá, ambos ancianos del periodismo, traspasa los límites de la opinión, de la crítica, de la sapiencia pedagógica, para caer en la inevitable catacumba de la sin razón, del escrito con sello partidista.
Son personas fanatizadas. Especímenes en decadencia, jurásicos, paleolíticos, arropados por el gabán de un periodismo sumiso, se han creído invulnerables, no produciendo ningún análisis en sus opiniones que tenga el atractivo para la discusión, la controversia, la comparación entre hechos materiales y pensamientos utópicos. No salen de “Chávez es esto, Chávez es lo otro…” El Estado está compuesto por cinco poderes y más nada. El periodismo es un trabajo, una profesión hermosa. Quien se dedique a él, debe ser apto, útil, claro, inteligente, objetivo. La subjetividad debe echarla a un lado, porque lo que anhela y desea el lector, el televidente, el radioescucha, es la información real de todos los acontecimientos que se suceden nacional e internacionalmente, por supuesto, agregándole la ciencia personal, la metáfora, que son ingredientes inevitables a la hora de cubrir una información Un periodista que rompa estos equilibrios, evidentemente que equivocó la profesión; debió haber estudiado. Masaje de escroto y prepucio. UN PERIODISTA MERECE RESPETO, pero sólo cuando cumple con la enseñanza recibida en la escuela, el periódico y mantenga la ética, la decencia, el ejemplo, la rectitud y amor a las generaciones subsiguientes en el escalafón de esta tarea tan arrecha como es vivir.
aenpelota@gmail.com
PD no soy periodista: soy pueblo, el Quinto Poder