El mercado de la fuerza de trabajo es el único que genera ganancia

Aunque desde Galileo para acá se conoce que el sol no se mueve, como no lo hace la carretera cuando conducimos un vehículo o caminemos sobre una vía cualquiera, aun así solemos seguir mirando y pensando que ocurre lo contrario.

Sirva esa introducción para reivindicar un poco a la Iglesia Católica cuando ella se negó a compartir el hallazgo galileano y casi envenena a ese científico. Mal podemos admitir lo que no logramos apreciar a primera vista y menos aun cuando el fenómeno requiera detallados análisis y agudas observaciones.

Algo semejante ocurre con los descubrimientos y divulgaciones económicas de Karl Marx, algunos de los cuales ha costado mucho asimilárselos y por consiguiente siguen siendo negados, principal y coincidencialmente por quienes se verían afectados con dicha asimilación.

Así, por ganancia o pérdida se viene entendiendo la diferencia dineraria positiva o negativa, respectivamente, entre lo que invirtamos en alguna transacción de compra y lo que recibamos cuando revendamos. De esta manera, la ganancia pasa a ser algo concreto y muy tangible en dinero.

Para Marx, la ganancia pasa a ser una transfiguración de la plusvalía en el sentido de que, si bien es cierto que también representa una diferencia entre el capital inicial y el recogido al final del ciclo económico, también mal puede venderse algo por encima de su valor so pena de cometerse especulación, fraude o robo, y por esta razón puede venderse a pérdida o por debajo de lo que cuesta, pero no por encima. Por consiguiente, lo que se reciba como ganancia debe corresponderse con algún valor creado por el trabajador sin paga alguna.

Un examen macroeconómico deja claramente definido que cualquier ganancia deriva de valores vendidos por su justo valor ya que, de lo contrario, estaríamos frente a ganadores y perdedores, pero el ningún comercio no puede protagonizarse con semejantes actores. En el estudio macroeconómico aparece una nueva abstracción también de grado elevado; se trata de la tasa de ganancia media que viene a explicar cómo los valores de toda la producción coinciden con los precios de producción que transfiguran los valores a fin de que todos los capitales reciban una misma tasa de ganancia en función de sus tamaños como capital inicial y no del valor agregado por cada uno de ellos aisladamente considerados.

Un simple revendedor puede aducir que no gana en su reventa, sino que cualquier diferencia positiva estaría pagando el valor de su trabajo comercial. Como vemos, no hay compatibilidad entre lo que el pensamiento no marxista entiende por ganancia y lo que el marxismo define como tal.

Asimismo, la tasa de ganancia pasa a ser una abstracción ya que ningún comerciante obtiene ninguna tasa de ganancia; el comerciante sólo recibe ganancias que son algo muy concreto. Y si inaprensible resulta la tasa de ganancia, más lo resulta la tasa de plusvalía que pasa a ser una abstracción de segundo grado.

De allí la importancia de reducir a un lenguaje común el manejado por la burguesía y sus apologistas-tarifados-y el manejado por los socialistas no necesariamente tarifados. En tal sentido, hablaremos de ganancia de fábrica y g. de mercado, pero tan mercado es el de la mercancía fuerza de trabajo o mano de obra asalariada como lo es el mercado de las demás mercancías elaboradas por el trabajador contratado por el capitalista.

Así, sólo tendría lógica la afirmación burguesa acerca de que la ganancia deriva del mercado cuando llamemos mercado o incluyamos en este la mercancía fuerza de trabajo. Efectivamente, el capitalista compra esta mercancía, la usa y como utilidad recibida de este uso obtiene la recuperación del salario convenido más un sobrevalor-plusvalor-por el que no paga nada, y que le quedaría como "paga" por su actividad "comercial".

14/09/2015 05:42:56 p.m.



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Manuel C. Martínez


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