No caer en el mediático y garrafal error de pensar que nuestras relaciones con China o Rusia sean capitalistas porque, supuestamente, el Socialismo o Comunismo de esos países haya recibido un ajuste ideológico o espiritual, en lugar de reconocerse que se trata de meros ajustes tecnoeconómicos.
Los "bachaqueros" contrabandistas esquilman a los ciudadanos del lado de allá de la frontera colombovenezolana, y así hacen tremendo negocio, pero también los "bachaqueros" de ambas nacionalidades esquilman a venezolanos y colombianos de este lado.
Si allá han revendido productos subsidiados básicos con tasas de hasta 500% y más mediante los artilugios cambiarios manejados por cuanto mercachifle, niños, niñas, jovenzuelos y jovenzuelas, adultos y adultotas, unos más analfabetos y alienados[1] que otros, -algunos legales y otros ni tan legalizados-aquí nos acaparan los inventarios de los Mercales, los Pedevales, los Bicentenarios y parte de los inventarios de la empresa privada declaradamente enemiga irreversible[2] del venezolano amante del pensamiento socialista en innegable y ostensible colusión con el personal de esos centros comerciales oficiales.
Adentrándonos en el tema objeto de esta entrega, las Fuerzas productivas, a la luz de la Economía vulgar, se recogen separadamente como medios de producción y mano de obra, pero, debemos considerarlas sólo amasijadamente: mal puede producir o rendir o ayudar y potenciarse la fuerza de trabajo, si está no manipula los medios de producción. Estos no son objetos productivos mientras no se hallen bajo usos y transformaciones dados por la mano de obra correspondiente.
Mientras eso no está claro, al capitalista y al socialista no verdadero le resulta imposible ayudar y velar por todos los proletarios, y optan por hacerlo sólo con alguna porción demográfica. En los casos ruso y chino del pasado siglo no se dio mayor importancia a los proletarios de América del Centro ni a los del Sur. Tampoco hubo interés por el proletariado africano[3].
18/09/2015 10:49:07 p.m.
[1] El colmo de la alienación de los colombianos pobres acogidos en Venezuela es que mayoritariamente, por convicción o por defensa personal ante los vecinos escuálidos donde se desenvuelven, son escuálidos y muchos sólo se disfrazan de chavistas ya que sus conciencias fueron adaptadas al interés burgués nacional importado de Colombia y reafirmado aquí con el capitalismo criollo y pitiyanqui. Casi 100 años de concesiones petroleras capitalistas dejaron profundas huellas alienantes en nuestros trabajadores.
[2] Peca, ha pecado y lo seguirá haciendo toda persona que entrevea, sugiera y hasta practique relaciones "amistosas" con empresarios privados, sean estos pequeños, medianos o de alto rango económico, ya que para ser comerciante capitalista hay que disponer de una preconciencia lucrativa que permite ver en cada vecino y hasta en sus propios familiares un cliente a quien sacarle ganancia de alguna forma. A esta conciencia se le ha llamado "espíritu comercial", cuestión que de plano es incompatible con el espíritu socialista. Ya señalamos antes que cuando a un comerciante se le tilda de tacaño porque le niega ciertos placeres a sus hijos, digamos, en ropa o divertimento, cometemos el error de confundir tacañería con lucro burgués: ese padre ve en ese posible gasto del hijo un capital que podría generarle ganancias futuras que estaría perdiendo intereses y ganancias de oportunidad en el tiempo. Digamos que él magnifica o capitaliza hasta un centavo que sus niños pudieran pedirle. Es que ese padre burgués no ve en el monto de la ayuda monetaria un consumo familiar, sino un despilfarro de capital.
[3] No caer en el garrafal error de pensar que nuestras relaciones con China o Rusia sean capitalistas porque, supuestamente, el Socialismo o Comunismo de esos países haya recibido un ajuste ideológico o espiritual, en lugar de reconocerse que se trata de importantes ajustes tecnoeconómicos, o cambios en el desarrollo de la infraestructura proletaria. Ambos países se mantuvieron al margen de los proletarios del mundo, manejados por Marx. Tal fue el caso de los pobres de la América Mesosureña, de África, y de parte de las asias cercanomesoasiáticas. Así como es cuesta arriba cambiar la conciencia de un comerciante, asimismo lo es cambiarle el espíritu socialista a quienes llegaron a consolidar revoluciones anticapitalistas como las que esos países lograron. Sería como pensar que la Cuba actual pudiera recapitalizarse con las renovadas relaciones diplomáticas con EE UU