Hoy día, los investigadores científicos venezolanos tienen la gigantesca oportunidad de cambiar la orientación que ha tenido la ciencia en el país, por lo general, muy seguidora de patrones internacionales y arrastrando la vieja manipulación de que publicar en trabajos de investigación en revistas acreditadas desde el punto de vista académico, es lo que da prestigio, fama y -dicen algunos- también dinero.
Con solo mirar un poco hacia un lado y caminar buen rato y pararse en frente al quiosco de cualquier ramero y observar cuidadosamente las plantas y guindadas en todos los espacios de esos pequeños negocios y escuchar a la gente opinar sobre las ramas por las cuales preguntan, se van a encontrar con un mundo lleno de desconocidas propiedades.
Eso es algo así como iniciar la lectura de un libro con sus miles y millones de palabras, cautivantes algunas, amorosas otras y unas cuantas llenas de tristeza.
¿Tiene Túa Tua, señor? ¿ Y Bruca ?
¡ Es que estoy buscando algo para expeler de manera óptima la orina!
¡ No tenemos, pero puede llevar Cola de Caballo, que también sirve !
Y resulta que tenemos rameros por miles en todo el país, gente que aparentemente conoce las cualidades de las ramas mas diversas y extrañas que hayamos conocido así como su utilidad en las personas.
¡ Ahhh, pero eso no es científico !
Resulta que no lo es, sino que se corresponde con viejas tradiciones orales que vienen de nuestros antepasados y que fueron y siguen siendo utilizadas por millones de personas que carecen de dinero y /o que no se someten al imperio de los grandes laboratorios farmacéuticos y de quienes han dicho que solo producen pastillas e inyecciones para mantener las enfermedades y no para eliminarlas.
Pero en eso de reorientar nuestra ciencia, bien vale la pena decir que, Venezuela cuenta con un patrimonio vegetal inmenso, que debe contener un ADN impresionante que envidiarían todas las transnacionales farmacéuticas, pero al parecer, pocos investigadores científicos le echan un vistazo al gran pulmón verde que tiene el país.
Pero no solo contamos con ello, sino con un gigantesco mar al frente de la nación, el cual alberga otra gigantesca riqueza para la ciencia y la tecnología, porque, es bueno que quienes investigan así como los lectores también, se acuerden que la mayoría de las medicinas son obtenidas del mundo vegetal, animal y mineral y no son producidas ni inventadas por algún prestidigitador.
Hablamos de grandes recursos que poseemos los latinoamericanos, recursos que las transnacionales suelen llevarse y transformar para luego mercadearlas globalmente y venderlas posteriormente, pero esos recursos están allí, hacia donde deben ir la ciencia y la tecnología venezolana, con lo cual se convertirían en verdaderas herramientas para el mantenimiento de la vida en el planeta.
Ese es un reto para la comunidad científica y tecnológica de investigadores venezolanos y latinoamericanos. Tan solo tienen que dar un golpe de timón, cambiar la orientación, la filosofía que se tiene y empezar a hacer ciencia para las mujeres y hombres del país y el resto del continente latinoamericano y caribeño.
Y como mostró en una pantalla el diputado Guido Ochoa, integrante de la Comisión Permanente de Ciencia, Tecnología e Innovación, en el foro "La ciencia al Servicio de la Paz":
-La ciencia, la tecnología, la innovación y la industria, constituyen la unión que nos permitirá avanzar hacia la independencia.