Los crímenes del reino de España cometidos contra los pueblos originarios de los que hoy es América, todavía aguardan por la condena universal. El derecho de los pueblos originarios, y de sus descendientes mestizos están ante la irrenunciable tarea de mantener vivo el reclamo por aquella barbarie. En menos de 100 años desde su arribo a este continente prístino, los súbditos españoles arrasaron pueblos enteros, y dejaron como herencia fatídica una reducción del 75 % de la población autóctona. Fue un proceso de dominación largo y cruel.
Más de 12 mil años de estadía comprobada, llevó a los pueblos aborígenes a conocer mejor las potencialidades de la tierra que los albergaba, lograron distinguir lo que les sería útil para su alimentación y otros usos; y poco a poco, cada grupo en sus territorios que le albergaban fueron construyendo la cosmovisión que les era propia, aunque estaba asida a un conjunto de principios básicos comunes. Lo espiritual, lo mágico, y la realidad que se percibía estaban en esas cosmovisiones. La tierra, como se dijera en las diferentes lenguas, era el asiento de la vida y de sus dioses, conservarla era una tarea compartida; nada podía servir de excusa para dañar el ambiente natural. La coexistencia solidaria frente a la adversidad les llevó a nunca disponer en sus léxicos de la palabra pobreza, aunque sí, algunas cuyo significado es equivalente a calamidad, nacida de la furia de la naturaleza, a la cual cuidaban con ahínco. Hoy, todavía existen vestigios de estas culturas milenarias y los estudiosos de la agricultura prehispánica muestran como la religiosidad y la agricultura son parte de lo mismo. Estas explicaciones evidencian también que la destrucción de la agricultura originaria por parte de los invasores conllevaba al desmontaje de las creencias de los pueblos y del regalo de las palabras hambre y pobreza, como legado de la hegemonía bélica imperial.
En 12 mil años, los pueblos originarios construyeron en esta parte del mundo que hoy llamamos América un verdadero paraíso terrenal, donde la abundancia de lo natural no era el motivo para guerrearse, hubo otras razones, algunas asociados a la necesidad de incorporar sangre nueva a comunidades otrora endogámicas y la que siempre subyace en la ambición de algunos cacicazgos. En 12 mil años, la lista de los alimentos que consumieron nuestros antepasados sobrepasa las mil especies de plantas y animales. Algunas de estas fueron utilizadas luego para paliar el hambre en Europa. También, los invasores realizaron una introducción sistemática de plantas y animales desconocidos por nuestros aborígenes, unos de sus culturas y otros extraídos desde lugares del mundo, por donde pasaban haciendo fechorías
Recientemente leí un artículo de Pedro Rivera Ramos que trata sobre la necesidad de devolverle a la agricultura la sacralidad que tuvo antes… Y que todavía existe en algunos pueblos originarios. La teoría política de la agricultura nos orienta a reconocer que la dependencia tecnológica y política de los pueblos americanos se ha instalado en este paraíso terrenal que duró millones de años impoluto "una agricultura que no necesita invocar a ningún Dios, más que el del mercado…" Razón suficiente para entender la apropiación de nuestras especies, semillas, suelos, aguas, y las oprobiosas relaciones de producción donde muchos tienen poca tierra y pocos son los amos de las mejores.
En este mundo que ahora vivimos, es muy importante asignarle a la tierra una visión para continuar con la vida en medio de un agudo crecimiento de la población mundial, pero sobre todo en presencia de las mismas intenciones imperiales por apropiarse de lo que tenemos, de lo que es y ha sido nuestro.
En esa intención por destruir nuestras visiones de un mundo posible, están parte de las largas colas para adquirir alimentos, el bachaqueo, la ruptura de las relaciones de coexistencia, y la destrucción de los esfuerzos por construir una sociedad socialista, más justa. El reto siempre fue no permitir borrar de la faz de la tierra toda la herencia cultural que existía antes del arribo del Imperio Español. ¿Perdimos esa batalla? Pero, hoy el reto es transformar la agricultura nacional como impedimento a las intenciones del Imperialismo que ronda por América.
La verdad cambia.