Nuevamente, por tercera vez en lo que va de 2015, el presidente Nicolás Maduro “aumenta” el salario mínimo en Venezuela. En esta oportunidad, dicho aumento, a pesar de ser nuevamente del 30% (http://www.aporrea.org/
Lo irónico, es que mientras el salario alcanza tan menguada cantidad, los productos esenciales para la alimentación del venezolano, además que no se consiguen, desde hace tiempo comprar carnes rojas, carnes blancas, jamón, queso, huevos y enlatados básicos como atún o granos, todos esos productos medidos en términos de precios por un kilogramo, superaron sus valores en cuatro cifras en bolívares, razón por la cual, lo que simplemente puede comprar el trabajador con tal “salario”, son unos 6 o 7 kilos de los mencionados productos, sin incluir, verduras, legumbres, hortalizas o frutas, y sin tampoco dedicar parte de ese “salario” para su aseo personal, vivienda, transporte, educación, salud, y menos recreación. En otras palabras, el salario “mínimo”, se ha convertido en una entelequia porque no cubre las necesidades básicas de las personas y menos de las familias como parte de una integralidad de la sociedad.
En la alocución presidencial del día 15-10-2015, Maduro por primera vez aceptó que la inflación “inducida y pelucona” pudiera llegar al 80% (http://www.rnv.gob.ve/
Y nos preguntamos, según se desprende de la página oficial de Nicolás Maduro: ¿Qué pasó con el Órgano Superior de la Economía nombrado en 2013 para luchar contra la “guerra económica”? (http://www.nicolasmaduro.org.
Peor resulta, la dramática situación de los millones de venezolanos quienes viven de la administración pública y están amparados de lo que podemos llamar (seudo)contrataciones colectivas, fundamentalmente, dirigidas para los docentes y gremios de enfermeras y médicos. En el caso de los primeros, son los trabajadores peor remunerados de toda la sociedad venezolana. El Estado los desprecia al punto que con todo respeto, un trabajador ambientalista que ha logrado graduarse de docente y trabaja para el Ministerio del Poder Popular para la Educación, prefiere seguir siendo “ambientalista” que pasar a ser maestro(a), porque además de tener un salario más alto que éste, pierde múltiples beneficios socio-económicos. ¿Eso es justicia laboral y socialista?
En relación con los médicos y enfermeras el panorama es desolador. Ni siquiera tenemos en los hospitales y ambulatorios el suficiente número de especialistas para cubrir la creciente demanda de pacientes en un ambiente de humillación y vejación por los bajos salarios que éstos profesionales asistenciales también perciben, y de los cuales tampoco escapan radiólogos, bioanalista y odontólogos. Hasta la misión “Barrio Adentro” que en algún momento fue modelo de prestación médica, los “módulos” primarios en su mayoría están cerrados, y los que funcionan, lo hacen por la dedicación de su personal, porque técnicamente están inoperativos (http://www.panorama.com.ve/
Ante esta realidad, urge un plan económico que acabe con el capitalismo de Estado, el cual intenta monopolizar todos los sectores productivos. Hay que construir trenes, puentes, carreteras, diversificar la agro-industria, y hasta desarrollar nuevos espacios geográficos en función de otras potencialidades , las cuales Maduro no podrá hacerlo porque la economía rentista ha llegado a su fin.
El gobierno no termina de comprender que aumentar el salario mínimo no resuelve las penurias de los venezolanos. El problema es que desde que Maduro asumió el poder ha prometido quebrar la “guerra económica” de lo que él y sus panegíricos definen como parte de un plan por parte de “pelucones” para derrocarlo, mientras la emisión de dinero inorgánico, el dólar paralelo y nuestra dependencia importadora van a terminar más temprano que tarde por llevarnos a una megainflación de la cual ya vemos como está comenzando, pero no sabemos cómo podría terminar.
El gobierno ha fracasado con sus políticas económicas, las cuales han empobrecido a la población de una manera abismal. Por lo pronto, la gran mayoría de los venezolanos, seguiremos condenados a ganar salario mínimo, sea cual sea nuestra profesión, es decir, seguiremos viviendo en la miseria, más allá de lo que una retórica política intente manifestar sin argumentación alguna que la sustente en su praxis y nivel de vida. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.