Quienes piensen que el descontento existente en el país es directamente proporcional al odio contra el chavismo están muy equivocados. Los traumatizados por las 18 derrotas propinadas por los chavistas a los escuálidos siempre han estado allí y son los mismos. No discuto que algunas individualidades oportunistas puedan saltar la talanquera pero esos nunca tuvieron convicciones profundas y son una minoría insignificante sin repercusión en los numeritos.
El descontento es como la lluvia que moja a todo el mundo sin discriminación pero los chavistas son impermeables a la disociación psicótica porque no están alienados. Si la oposición que juega al descontento cree que se la están comiendo se van a caer de un coco. Esto es algo incomprensible para la derecha y el imperialismo. Nunca lo van a entender. Por eso ellos, aún con el descontento generalizado, no fueron capaces de ir al simulacro, no atendieron al llamado del CNE para firmar un acuerdo por el reconocimiento de los resultados electorales y lo que es más grave se están preparando, psicológicamente y materialmente, para el golpe de estado fascista.
Los pueblos dan saltos históricos y dejan atrás para siempre situaciones que no volverán. Si bien la revolución chavista no ha logrado un cambio estructural de la sociedad sí lo hizo espiritualmente, políticamente y emocionalmente. Bolívar, Martí, Sandino y Farabundo Martí son íconos de esos cambios subjetivos en el corazón de los pueblos y hoy ondean triunfantes sus banderas en Venezuela, Cuba, Nicaragua y el Salvador. La trascendencia de esa insurgencia emancipadora va más allá del descontento material por las insuficiencias circunstanciales.
El pragmatismo también cuenta, es imposible de soslayar en la democracia burguesa pero el pueblo venezolano no es pendejo y prefiere mil veces a un gobierno populista de izquierda que a uno neoliberal de la burguesía. La decisión de ir a votar contra el fascismo y el neoliberalismo no se va a producir por efecto de la Ley de Newton. La victoria hay que construirla ladrillo por ladrillo. La manipulación del descontento con la abstención es la punta de lanza envenenada contra la cual hay que blindarse.
La periferia descontenta del chavismo nunca va a votar por los candidatos escuálidos pero podría caer en la tentación de no activarse el día de las elecciones por estar obstinado de las colas y porque subyace en su conciencia la inconformidad con el populismo de izquierda. La abstención del chavismo puede ser evitada con una gran movilización operativa puesta en práctica por la maquinaria roja que no puede dejarse para última hora cuando ya sea muy tarde.
Por otra parte el gobierno debe continuar recuperando la confianza en el país sobre el posible mejoramiento de la inflación y el desabastecimiento. Los esfuerzos realizados en esta dirección no han sido suficientes porque, a mi juicio, es necesario reconocer donde se ha errado, dónde nos hemos equivocado, para poder corregir y rectificar. Hay que exaltar el valor de la humildad sobre el vicio de la soberbia.
Se configura en la coyuntura política actual una intensa confrontación internacional y nacional entre fuerzas de la derecha y de la izquierda que no excluye la vía del enfrentamiento violento provocado por el fascismo. Esta posibilidad es independiente de los resultados electorales porque la motiva el objetivo extra constitucional de sacar a Maduro de la presidencia de la República. Las cosas no van a estar fáciles para el 6 de Diciembre y los revolucionarios tenemos que cerrar filas, rodilla en tierra, al lado de los trabajadores, de las clases populares y de Venezuela.
