Más allá y antes de la plusvalía[1]

La Literatura económica burguesa y buena parte de la marxista nos presentan la explotación obrero-patronal como una relación económica donde el patrono se queda con buena parte del trabajo total creado exclusivamente[2] por el asalariado a cambio de un salario que sólo paga la otra parte de esa producción realizada durante sus jornadas preconvenidas unilateralmente por el patrono, en tiempo y lugar también predeterminados por dicho comprador.

Modernamente, estas jornadas dejan por fuera-caso venezolano-los sábados, domingos y demás días feriados y de descanso anual. Sin embargo, el patrono, desde hace muchas décadas viene engañando al trabajador haciéndole ver que le paga todos esos días no laborables por ley.

También, cuando reconoce la remuneración de Prestaciones sociales anuales, a estás no termina desembolsándolas de su patrimonio, sino de mermas debidamente calculadas a un salario diario que ya de por sí lo ha devaluado según aquel hipervínculo de esta entrega. Otra merma paralela la realiza para la paga de los días de vacaciones.

Basa sus cálculos en el hecho de que algunos bienes son duraderos, como el calzado y la ropa, y de allí surgieron los famosos "aguinaldos" que más delante los patronos dieron en llamar "pago de utilidades". ¿Para qué pagarle semanalmente al trabajador esa parte del gasto anual si la satisfacción de algunas necesidades sólo podría ocurrir una vez/año?

Como si fuera poco, cabe señalar que esas retenciones diarias son usadas como capital con el cual explotar (pagar salarios) y obtener la misma plusvalía que así se ve sobreenriquecida más allá de la mencionada tasa. Con Carlos Andrés Pérez, por cierto, lo salarios eran tan miserables (Bs. 8,00/día para los obreros rasos), las pensiones tan hambreadoras y los reclamos laborales se multiplicaban tanto a pesar de la opresión reinante bajos su primer mandato, que se vio obligado a reconocer el pago sencillo de esas prestaciones sociales en caso de "despidos justificados".

El colmo hasta esa fecha adeca era que, de paso, las vacaciones y las prestaciones corrían el riesgo de ser robadas, literal y subrayadamente, por esos patronos a la menor falta que los eternos adulones patronales decidieran calificar como justificada para el inmediato despido, hecho que podía ocurrir más allá de la mitad del tiempo previsto para las jubilaciones. Fueron los temerosos tiempos de aquel famoso "Art. 31" del mamotreto de Ley del Trabajo que regía para entonces.

Un mismo patrono puede perfectamente operar como intermediario de su propia mercancía o de la comprada a terceros. Las compañías anónimas accionarias fueron diseñadas para ello con la excusa de recabar fondos capitalistas, pero en las medianas y grandes compañías, los socios menores son tan explotados por concepto del trasiego interfabril de plusvalía, como ellos explotan a sus correspondientes asalariados. Este fenómeno queda demostrado con la formación de los afamados precios de producción[3].

09/11/2015 06:56:02 p.m.


[1] Por plusvalía se entiende el valor dinerario del plusproducto, y por este, el trabajo realizado por el asalariado sin recibir por él remuneración alguna. Es como decir, una especie de canon de arrendamiento que debe pagar el trabajador a quien le compre su fuerza de trabajo, f. t. que de otra manera resultaría inservible por carecer de medios de producción con los cuales aplicar esa fuerza de trabajo parasilvestre o que nos acompaña a todos los seres vivos, con inclusión de animales y plantas, por así decirlo. Recordemos que El Capital, de Karl Marx, surge en condiciones industriales en Inglaterra, pero todavía muy feudales y feudaloides en el resto del mundo, cuando la mayoría de los países vivían prácticamente de los frutos silvestres que eran recogidos, cazados y pescados, actividades cuyos frutos dependían en buena parte de la propia Naturaleza. Digamos que para entonces y en estos países preindustrializados eso de sobreproducción sólo ocurría en las épocas de las "vacas gordas". Fue con la división del trabajo al detalle y la plena expropiación del trabajador campesino y artesano cuando nació el maquinismo, el asalariado burgués, la plusproducción y la plusvalía en términos capitalistas.

[2] Marx, en El Capital, Libro Tercero, introduce una hipótesis estadística donde 100 le sirve como base calculatoria de las demás variables en juego, base para el capital inicial y con una tasa de plusvalía = 100% del salario. Lo hizo sólo con fines pedagógicos de cara al manejo práctico de la realidad que discurre talleres adentro, en los cuales la plusvalía y su tasa sobrepujan con creces 100%, digamos, 200%; 300% y hasta más. Por ejemplo, para un capital inicial, digamos = 100, puede funcionar con composición orgánica: 90 = capital constante, y 10 = ctal. variable o salarios, y extraer o quedarse con una tasa de plusvalía = 900%. Así, para ese capital inicial = 100, al final su valor sería = 90 + 10 + 90 = 190. Ojo, inclusive, allí 10 no es la paga de 1 o 2 trabajadores, sino de muchos.

[3] Véase: Manuel C. Martínez M., PRAXIS de EL CAPITAL.



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Manuel C. Martínez


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