No es la primera vez que los pueblos propiciaron una lección ejemplarizante a quienes se pasaron de vivarachos, llegando a subestimar la inteligencia de la gente. En nuestra vernácula política abundan casos de vivos pendejos, quienes se hicieron el harakiri por pecar de soberbios, dealeales y corruptos. Veamos que nos cuenta la historia sobre algunos de esos casos de impostores que perdieron el derecho a ser creídos, y ahora deambulan como animas en pena. Por ejemplo, el cogollo que secuestro la maquinaria copeyana en 1993, no alcanzo a entender que su líder fundador estaba trepado de la cresta de la ola, y que las circunstancias del momento dejaban el camino despejado para que Caldera regresara al poder. Quedaba así demostrado que era un mito que las maquinarias partidistas son un monstruo invencibles, y que por ello en la política no existen enemigos pequeños, pues Caldera no tardo en recuperarse de la derrota frente al borrachón Jaime Lusinchi en 1983, así como también de aquella consulta interna de COPEI que impuso a rajatabla la candidatura de Eduardo Fernández en 1987. Entre las razones que llegaron a especularse sobre el regreso de Caldera a Miraflores, se afirmó que fue un reconocimiento a su valiente discurso justificando la rebelión cívico-militar del 4 de febrero en 1992, episodio histórico que desde el 4 de febrero de 1992, hizo célebre el "por ahora los objetivos no pudieron alcanzarse".
Y como no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, en diciembre de 1998 se produce otro aluvión electoral, confirmando de esta manera que era una tremenda falacia creer que los partidos tradicionales estaban blindados contra la ira de los pueblos cuando estos despiertan de un largo letargo. ¿Acaso cuarenta años de desidia, indolencia y saqueo no eran más que suficientes para que se derrumbara el infame Pacto de Punto Fijo? Por ello, de nada les sirvió la cayapa de AD, COPEI y Proyecto con la candidatura única de "Frijolito", así como tampoco los esfuerzos desesperados de aquel vergonzoso árbitro electoral que estuvo acostumbrado a utilizar su arma secreta según la cual "acta mata voto".
Cuando solo faltan pocos días para renovar el parlamento, los venezolanos estamos persuadidos que no podrán confundirnos con guerra mediáticas, ni esas necias amenazas de invasión extranjera que son como fantasma que ya no asustan a nadie. Desde ahora le advertimos a los zánganos, que el latico implacable de Chávez viene con todo, y que esta vez con el voto cruzado castigara a los oportunistas infiltrados en el proceso, así como a esa cuerda de fascistas que en la MUD andan ofreciendo llevarnos a ese paraíso perdido conocido como Chang Shambhala, fuente de la sabiduría eterna donde vivían seres inmortales en armonía perfecta con la naturaleza y el universo.
Ojalas Dios quiera que la próxima Asamblea Nacional no resulte un establo de irracionales con ínfulas de grandeza, pues es tanto daño que nos han hecho con las recurrentes conspiraciones, que estamos guindando sin ser bola. ¿O a la final tendrá que repetirse otro 24 de enero de 1848, cuando el General José Tadeo Monagas se vio obligado a poner orden en el Congreso Nacional?
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