El dúo de los rabiosos no cesa de hacer la guerra al proceso electoral. Acción Democrática y Copei han declarado en reiteradas oportunidades que no les interesan las elecciones presidenciales de diciembre próximo. La causa de esta política abstencionista es la propia debilidad de AD y Copei. No tienen ninguna oportunidad de lucir una votación respetable. Su resistencia a las elecciones, como hemos dicho en otras oportunidades, se debe a que carecen de respaldo popular y prefieren ocultarlo optando por no concurrir a las elecciones.
La posición de AD y Copei es un signo de la nueva realidad venezolana. Los que fueron partidos dominantes y mayoritarios ahora han quedado arruinados por el éxodo de sus militantes hacia nuevas formaciones políticas. El fracaso de cuarenta años de malos gobiernos tenía que tener una consecuencia y ésta no ha sido otra que la quiebra de los partidos cuya política sirvió de base de sustentación al despilfarro, la corrupción, la subordinación a los intereses norteamericanos y la condena de millones de venezolanos a vivir en la extrema pobreza.
No tiene nada de extraño que AD y Copei aparezcan despojados de los atributos que antes le dieron poder. El mismo fenómeno ha ocurrido en otros países. En Europa, por ejemplo, viejos partidos socialcristianos y socialdemócratas dejaron prácticamente de existir después que las masas populares y sus votantes les dieron la espalda por sus inconsecuencias y fracasos. Así ocurrió en Italia y Francia. Nuevas formaciones políticas han ocupados sus espacios.
Con sus ataques al CNE, los rabiosos se proponen sabotear las elecciones y propiciar un clima de violencia. No lograrán sus objetivos porque el pueblo venezolano no tiene vocación de perdedor ni va a unir su suerte a Acción Democrática y Copei. Las elecciones van a tener lugar en diciembre. Los venezolanos y venezolanas ejercerán su derecho a la soberanía popular sin que nada ni nadie pueda impedirlo.