Ésta es la idea final que quedó grabada en la mente de la mayoría de los sectores humildes y populares siempre consecuentes, al lado de las luchas revolucionarias del chavismo, para derrotar a la burguesía. Es la conclusión con la cual el chavismo corona su campaña electoral. En los últimos días y horas que faltan para el 6D el chavismo está escribiendo con esta verdad el colofón de un debate nacional eludido por la oposición que nunca dio la cara oculta en la conspiración capitalista.
Cuando hablamos de las colas hacemos alusión a la complicada situación económica que vive el país con el drama de la inflación y el desabastecimiento. La estrategia de la oposición se ha basado en propiciar las colas para desacreditar al chavismo sin hacer prácticamente más nada. Han asumido que el descontento que provocan las mismas será la fuente del voto castigo contra el chavismo el 6D. Con esta hipótesis creen que tienen acorralada a la revolución bolivariana y sacan las cuentas del gran capitán.
El chavismo ha demostrado en 18 elecciones que no tiene nada de pendejo en materia electoral y mientras la derecha se duerme confiada por las colas, los de Chávez están haciendo el trabajo político en los barrios y en la calle explicándole a las masas lo que tiene que ser explicado. Para la oposición la suerte está echada en las colas, sustrato de sus encuestas, pero para el chavismo el destino del 6D se juega en las visitas casa por casa, en el 1X10, en el vecindario, en la fábrica y en las catacumbas del pueblo.
Cualquier chavista sabe que los responsables de las colas, y sus causas, son los dueños de los medios de producción de alimentos y de artículos para el hogar como también los dueños de los medios de distribución de esos productos. Igual ocurre con la industria farmacéutica y toda la plataforma importadora de la burguesía parásita. Hay una clase dominante con poder económico transnacional que le ha declarado la guerra al pueblo con el avieso propósito de inducir el descontento, por el desabastecimiento, contra la revolución bolivariana.
La estrategia de la derecha criolla y del imperialismo se basa en la supuesta ignorancia, analfabetismo, ingenuidad e incapacidad reflexiva de las mayorías humildes de la población venezolana. La oposición subestima la sabiduría popular porque en el fondo hay una discriminación racista que considera inferiores a los desposeídos considerados, por ellos, una despreciable chusma incapacitada para pensar. Se olvidan de las misiones Robinson, Ribas, Sucre y de la cátedra pedagógica semanal de Aló Presidente. Por eso no entienden que Venezuela dio un salto histórico y no hay retorno.
La gente quiere que se resuelvan los problemas existentes dentro del contexto y el concepto del chavismo. La sociedad reclama mejoras, soluciones, rectificaciones y la corrección de los errores pero sólo con la profundización de la revolución bolivariana y no fuera de ella. La disposición a votar por el chavismo confirma que seguimos en la época de Chávez. La manipulación de las colas por la contrarrevolución no podrá con la pasión y el amor de un pueblo por la utopía posible del socialismo prometido.
*Profesor de Filosofía jubilado de la UPEL.