La Vinotinto fuera de juego

Cuando la selección venezolana de fútbol, llamada cariñosamente la “vinotinto”, comenzó a perder seguidos los partidos clasificatorios al próximo mundial, algunos sufridos aficionados al fútbol fuimos llamados en nuestra atención porque desde hace varios años esto no sucedía. Por obra de un proceso esforzado, donde varios directores técnicos habían abonado el camino para la constitución de una selección competitiva en el orbe mundial, nuestro fútbol había mostrado destacados avances en todos los niveles de esta disciplina. Ya comenzábamos a dejar de ser la “Cenicienta del Fútbol”. Notorias victorias y hasta clasificaciones importantes se habían sucedido. Hoy vemos cómo los nuestros comenzaron a perder y hasta seguido, en partidos donde parecían una caricatura de lo que hasta hacía pocos meses habían sido verdaderos guerreros.

¿Por qué sucedió esto? ¿Qué minusvalía cayó repentinamente sobre nuestra selección? Casi inmediatamente, un intercambio epistolar sin precedentes, se inició entre los futbolistas, el director técnico Noel San Vicente y los miembros de la Federación Venezolana de Fútbol FVF. La carta más llamativa es la escrita por los jugadores: allí hacen reclamos que destacan un descontento por las declaraciones de uno de los miembros de la FVF (por lo que piden la destitución completa de los mismos) y algunas críticas al entrenador San Vicente. Para los aficionados es imposible dejar de vincular la floja acción de los jugadores con la inusitada carta.

Nos preguntamos: ¿Quiere decir que la actitud de los jugadores en la cancha respondía a su disgusto con la Federación? ¿Lo que comenzamos a sospechar los aficionados desde el desempeño de los jugadores, ahora se traduce en una realidad? ¿Era esta inmovilidad en la cancha, pases erráticos, retraso en las jugadas un supuesto reclamo? Ni una carta de mil páginas puede justificar lo que ahora vemos como una constatación.

Nada deja de ser político. El deporte es más político que cualquier otra actividad porque proyecta muchos sueños de la gente que son susceptibles de ser manipulados en masa. Por mucho que los jugadores quieran ahora resarcir su actitud en cancha mundial a través de su carta donde vociferan su ética, la situación exhala un mal olor a acerca de esos mismos valores deportivos desde su primer partido. Ellos deberían saber que en cualquier parte del mundo futbolístico, un desempeño tan sorprendentemente deficiente como el que han tenido en la cancha, sería criticado con el más duro de los epítetos. Ninguno de ellos se salvaría de una silbatina ensordecedora en una cancha nacional, luego de tan demacrado desempeño. Ha sido tan deficiente su accionar de juego que es imposible desvincularlo de las críticas a la FVF. Estamos obligados a preguntar: ¿Por qué estos reclamos no se hicieron en su momento y se esperó hasta evidenciar este desempeño tan deficiente para formularlos? ¿La FVF viene actuando así desde ahorita? ¿Por qué no hicieron reclamos en la era Esquivel? ¿Cómo pueden justificar un desempeño tan deficiente con los reclamos a la FVF o al DT Noel San Vicente? ¿Es descabellado pensar en estos extraños partidos perdidos y la situación política venezolana? ¿Qué está pasando en la reflexión de estos jugadores?

Y una pregunta clave: ¿Toda esta actitud de los jugadores no tendrá que ver con la detención de Rafael Esquivel, cuyo proceso judicial es desconocido hasta ahora por los venezolanos? Rafael Esquivel, por quien muy pocos se atreven a meter las manos en el fuego, por décadas, fue reconocido y defendido por los jerarcas del fútbol regional y mundial y mientras aportó el voto de la FVF para favorecer a ciertos grupos de la FIFA, jamás se le tocó su investidura. ¡Extraña de sobremanera la repentina caída en desgracia del otrora mandamás del fútbol venezolano! Con los defectos que tenga Esquivel, ¿No será un chivo expiatorio de toda una componenda de mayor dimensión en donde la situación política de Venezuela juega papel fundamental?

Recordemos que el fútbol profesional está muy lejos de ser en esencia un deporte. Ese fútbol es un gigantesco negocio vinculado a profundidad a los grupos de poder que gobiernan al mundo. El financiamiento de los clubes de fútbol europeo depende de los intereses adinerados de poderosas mafias integradas a grupos de poder. Los campeonatos de las ligas europeas son más importantes que el Mundial de Fútbol y son fuente segura de alienación mediática de sus pobladores. Esa alienación embobecedora que reduce a los posibles sujetos sociales a la categoría de dóciles habitantes, rinde beneficios a las clases poderosas. En estos momentos esos grupos de poder tienen la mirada puesta en el proceso político que vive Venezuela y su influencia tienden al ataque contra el gobierno bolivariano y a los factores populares e institucionales que apoyan su gestión. De los laboratorios de guerra sucia que se ciernen contra Venezuela es posible creer cualquier operación malévola que envuelva a todo deporte; recordemos, en el caso del beisbol, cómo se vinculó al pelotero venezolano Alex Cabrera en un supuesto caso de doping en México, sin que éste se pudiera defender. Sabemos que en estos casos el deportista queda condenado para toda la vida porque el examen se convierte en una discrecional prueba irrefutable. La imagen de un deportista es la imagen de un país y de un pueblo y su desmedro afecta a ese país y a ese pueblo. Pensar que al fútbol, utilizando la posición política de los jugadores de su selección nacional, se le haya incluido en un plan para colocar informaciones tendenciosas en los medios, de manera que enturbien el quehacer ciudadano, no es nada descabellado.

Averiguar esto pasa por las manos peludas que se esconden en los organismos internacionales del fútbol. Es imposible sacar certezas donde hay tantos intereses del poder económico. Es por esto la obligación de reflexionar para aproximarnos a la realidad. Hoy, ya la información de la crisis de la selección venezolana, lejos de ser una reflexión con criterio acerca del deporte profesional, se torna en una comidilla que banaliza cualquier aporte, donde quien pierde es la ciudadanía en acceder a una información veraz y ganan los laboratorios de guerra sucia en agresiones que está recibiendo nuestro pueblo con permanencia desde distintos factores de poder en el mundo.

Hacia quienes dirigen el deporte en Venezuela, en la persona del Ministro Pedro Infante, es propicio recomendar la posibilidad, no sólo de atender la acertada recomendación del Número Diez Mayor de la Selección: Luis Mendoza “Mendocita”, de darle la baja a todos los actuales miembros de la Selección Venezolana y llamar a los integrantes de las sub-20 para recomponer con dignidad un nuevo plantel y un renovado proyecto, cuestión que sería extraordinaria; sino pensar en la posibilidad de designar a otro DT con un proyecto consensuado, además de destituir a la actual directiva de la FVF y gobernar nuestro balompié con una coordinación interdisciplinaria y así acometerlo con la dignidad, corresponsabilidad, contraloría social permanente y eficiencia debidas. Sería esencial no depender la composición de la selección nacional del llamado fútbol rentado, para esto es importante forjar torneos de toda índole en todos los rincones del país que respondan a otro paradigma futbolístico.

Hay que abandonar el esquema clásico FIFA y conformar un proyecto propio; un proyecto que tenga lo educativo como finalidad. Para pensar con cabeza propia en nuestro fútbol, tenemos que educarnos en el fútbol que queremos tener: ¿Queremos un fútbol que forme hombres y mujeres felices o queremos formar estrellas adineradas? Hay que vigilar a los patrocinantes de nuestras selecciones e invertirle con fe y organización popular desde la gestión estadal. Incluso, sería interesante pensar en un retiro temporal de Venezuela de la FIFA (pueden ser cuatro años), para implementar un plan de desarrollo de nuestro fútbol a todos los niveles y así presentarnos en el escenario mundial con un proyecto sano de fútbol nacional que aporte desde la experiencia. Nuestro fútbol tal vez necesite de una constituyente deportiva. Esta crisis de nuestro fútbol es una gran oportunidad para el seso del Ministro Infante y su equipo.

Por ahora, está en los aficionados la espera de las decisiones y en las autoridades el análisis integral para el acierto presente de cara al futuro. Mientras pasan las agujas del reloj y como siempre pasa, hay varios niños pateando una pelota de trapo en algún tierrero de un barrio. Cantera siempre habrá para que el fútbol nuestro forme seres humanos y si algún día alguno de esos niños llegan a destacarse, que sean las tribunas de aficionados quienes los decidan, como lo describen las crónicas de Galeano, y no un puñado de mafiosos capitalistas que compran en euros sus facultades físicas, hasta que se desgastan y pasan al olvido.


vangelis42@gmail.com



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Oscar José Rodríguez Pérez


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