Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
En una Revolución, por sus mismas características, sus acciones, aun las más pequeñas, las aparentemente fallidas son pasos al futuro. Ella es capaz de transformar las derrotas en victorias, por eso el fracaso es una prueba de su calidad. Una Revolución que se opaca con la derrota no era Revolución, y si, al contrario, tiene la facultad de brillar con el supuesto fracaso se consagra como auténtica.
Cristo fue crucificado, y aquello que parecía una derrota se convirtió, por la firmeza del Mesías y sus apóstoles, en un triunfo de la idea del amor que aún nos conmueve, nos guía. Bolívar, sus derrotas no son tales, sino pasos en la gesta de la Independencia: Puerto Cabello, la Expedición de Los Cayos brillan en la historia. ¿Zamora murió o nació en San Carlos? ¿Fidel fue derrotado en el Moncada o, al contrario, allí nació la Revolución más importante en la historia de la humanidad? ¿Chávez fue derrotado el 4 de febrero, o más bien sembró la Revolución que vivimos?
Reafirmemos: las Revoluciones no pueden ser derrotadas si son verdaderas, las que parecen derrotas sólo son postergaciones del triunfo, experiencias negativas que abonan el camino hacia el triunfo definitivo, escuelas, aprendizajes necesarios. Añadimos que el camino de la Revolución está empedrado por estos eventos. La derrota sólo será derrota si trunca el camino revolucionario, si guillotina el proceso, si lo paraliza, si no lo inspira.
El 6 de diciembre la Revolución, el gobierno del Presidente Maduro, sufrió un impacto de alta magnitud, un evento negativo que se debe transformar en derrota que brille en la historia, como el inicio del gran salto hacia el Socialismo. ¿Cómo hacerlo?
Debe ser el inicio, el latigazo que produzca un profundo proceso de rectificación, de autocrítica; debe ser reconocido como la derrota de la ideología socialdemócrata, la Revolución se deslastra de esta ideología, de forma traumática es verdad, pero sin duda eso significa un avance, de este evento sale vigorizada, limpia, desintoxicada.
Ahora la Revolución está en condiciones de avanzar sin las dificultades del reformismo que ha comprobado en la práctica su carácter dañino, de obstáculo, saboteador, puede caminar hacia su estrategia sin extravíos.
La tarea es preparar este avance, desde lo teórico, espiritual, organizativo, económico. Se debe conmocionar a la sociedad. Lo primero es, con la celeridad del caso, convocar un Concilio ideológico que afine la teoría que nos guíe, la depure de las veleidades socialdemócratas; no es un congreso, deben convocarse a los más capacitados del país y del mundo, algunos de ellos serían: Luis Britto, Javier Biardeau, José Vicente, Gonzalo el de Aporrea, Elías Jaua, Dussell, Atilio Boron, también Néstor Kohan, el profesor Zardoya, James Petras, Maryclen Stelling. El temario será tan sencillo cuanto complejo: ¿Qué es el Socialismo, se puede construir, es necesario?
Este Concilio debe producir material teórico para luego ser enriquecido con los aportes de toda la sociedad, estremecer al país tras la idea, la discusión del Socialismo.
A la par se debe abrir una profunda discusión en el Chavismo del libro "El Chavismo, según Chávez", este discurso de Chávez debe bajar a todos los rincones de la nación, nos marcará el rumbo, el camino a seguir, nos facilitará volver a Chávez.
Ábrase el Balcón del pueblo, que Chávez regrese a vernos desde allí, que desde ese balcón histórico nos llene de pasión Patria. Fórmese una guardia especial, de pueblo civil y militar, compuesto por voluntarios de los partidos, movimientos sociales, personalidades, militares, que sea un honor, un premio al comportamiento revolucionario, que haga guardia permanente en el Cuartel de la Montaña como disuasivo moral de cualquier intento de la derecha de profanar el sagrado sepulcro del Comandante Chávez.
Fórmese ya una comisión que investigue el asesinato del Comandante, desde el punto de vista médico, policial y político.
Estas medidas serán el inicio de la transformación del evento negativo de las elecciones parlamentarias en una derrota que brille en la historia.
¿Será que los hijos de Chávez entregarán su legado sin disparar una idea, un grito?