El tsunami que no logró la revolución el 6D, lo lograron los exministros Jorge Giordani y Héctor Navarro, en una simple pero explosiva conferencia de prensa; fueron tan impactantes e impresionantes sus declaraciones en cuanto a corrupción se refiere que, por primera vez en mi vida, sentí que los adecos y los copeyanos son unos niños de pecho al lado de los rojos rojitos.
Cerré los ojos y me fui abstrayendo escuchando a los excombatientes de Chávez, y vi en la imaginación aquellas añejas directivas de AD y Copei, como una inmensa sala de maternidad con los dirigentes de la guanábana en pañales, aun sin abrir los ojos, chupándose los dedos, los labios, mientras las enfermeras y las mamás recién paridas corrían de un lado a otro con los biberones en las manos y los senos cargados y sueltos dentro de sus batas anchas o camisones.
Y reflexionando ahora acerca de toda esa podredumbre en la política, que acabó con la IV República y, según Giordani y Navarro, se produce igual en la V, me viene a la mente un aspecto muy sui géneris que se da en la gestión de algunos gobernantes corruptos para engañar al pueblo, que quiero compartir con ustedes amigos lectores, amigas lectoras.
Los mandatarios delincuentes ponen en práctica una maniobra en la que, por un lado, le dan paso a la inversión social, de infraestructura, de todo tipo, y por otro, hacen como los carajitos en los cumpleaños cuando la madre se descuida, le meten la mano o los dientes a la torta y le quitan un pedazo, sin pensar que en esas acciones si no dejan los dedos pintados en el nevado, los descubre la boca llena y sus cachetes a reventar, es decir, de cualquier forma dejan alguna evidencia.
Por eso, hacen obras, benefician al pueblo, pero en cualquier momento comienzan a crecer alrededor de ellos los rumores de robo, matraca, estafa, amiguismo, hasta que tarde o temprano esa sarta de irregularidades les explota en la cara.
Sin embargo, confunden. Es frecuente escuchar: "pero si lo hizo bien, ¿por qué no gana?", o "cuando mandaba, esto era otra cosa, todo estaba limpio, bonito". También: "¿Por qué ese revés sí trabaja tanto?" "Hace obras grandes, hace por la gente, por los pobres". Y a simple vista tienen razón: El hombre o la mujer trabaja, es chévere, hasta bien parecido o parecida, pero hay un detalle digno de analizar: por muy bueno que parezca ella o él, a la gente que está "pelando" en los barrios, le da mucha indignación ver que sus gobernantes, en quienes han depositado toda su confianza, se hagan ricos juntos a sus familiares, amigos, barraganas, y el grupito de aduladores que los rodea, a costillas de las obras y la miseria de las comunidades.
Los políticos ladrones nos subestiman, creen que todavía nos pueden cambiar oro por espejitos. Ejecutan los proyectos tan solo para encubrir sus fechorías. Son una cortina de humo. Enceguecen, pero tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe. Paso en la IV República y, de las acusaciones de los exministros, se deduce que ocurre en la V.
¡Qué vergüenza! ¡Qué pena! Es lamentable esa corrupción en este proceso esperanza de tanta gente, de ese pueblo que siempre estuvo excluido por los adecos y los copeyanos. Mancharon este gran proceso en favor de una Venezuela libre, soberana; empañaron los logros de la revolución, un cúmulo de proyectos sociales y de infraestructura; enlodaron la memoria de El Gigante sin la más mínima consideración.
Ahora, tomando en cuenta todos esos señalamientos de hechos irregulares y recordando a los gobernantes del pasado, pienso que los dirigentes de AD fueron más sinceros, nunca ocultaron sus triquiñuelas; de la corrupción hicieron una famosa consigna que se sembró con orgullo en el corazón del pueblo: "los adecos roban, pero dejan robar".
Los chavistas, por el contrario, son silenciosos, "picapasito", actúan calladitos, en grupitos, ellos solitos, escondiditos, y de acuerdo con lo expresado por Giordani y Navarro, han hecho una tronera como la de los adecos y los copeyanos, con el cuento de la honradez y de darle poder al pueblo.
Todo esto me produce, además, una fuerte corazonada, una sensación que me lleva a creer con firmeza en una premisa, según la cual, hay nuevos ricos, esos mismos que llaman boliburgueses, que apuestan a la derrota para disfrutar a sus anchas de lo que se robaron en la revolución sin temores ni restricciones.
Aunque, lamentaría un cambio opositor; tampoco se puede esperar nada de unos vendidos al imperio gringo que desprecian al pueblo, y solo generaron hambre y miseria durante sus 40 años de mandato. Actualmente nos humillan con las colas producto de su perversa guerra económica a favor de unos capitalistas rapaces, atracadores. No han montado la nueva AN y ya afilaron sus garras en función de sus intereses particulares. Quieren la Ley Orgánica del Trabajo a costa de lo que sea. Esa es una petición de los empresarios golpistas. Y tienen que cumplirles.
De allí, que estimo que solo queda una alternativa: deshacerse cuanto antes de los hampones rojos rojitos enchufados en el Gobierno, y concretar una rectificación a fondo con este pueblo noble que, a pesar de los golpes y las traiciones de los corruptos, sigue llevando a Chávez clavado en el alma y el corazón.