Nos culpamos y nos defendemos. Acusamos y volteamos. Aceptar los
fracasos que hicieron posible la derrota que nos propinaron sin
nuestra anuencia y complicidad es de locos, pero el castigo tenía que
venir por malcriados y engañadores que nos regodeamos de la imagen de
Chávez hasta más no poder y, a cada instante lo ponían al frente con
la sana justificación de hacer creer que todavía existía y, como un
espejismo de la oposición -él- sigue siendo nuestro guía político que
trazó con sus ideas y acciones el camino revolucionario hacia el
socialismo y, le dio al pueblo todo el poder que quiso y, al que tenía
derecho y, fueron bien pocos los que lo entendieron y, hoy con
remordimientos imprecisos quieren remediar la situación conflictiva
que, nos afecta de lleno.
El sacudón que nos dieron fue de película con una derrota anunciada
que como una cruz nos tatuaron con todo su odio que, el pueblo
chavista toleró sin la menor idea de salvación y, más bien se prestó
con consideración de causa inversa a ver si sus gobernantes
rectificaban, mientras aquéllos nuestros enemigos nos golpeaban donde
más duele y, quien no se haya quejado es un impostor de mil demonios
que desde adentro ayudó a la bajeza más cruel de trabajar para el
enemigo y con una dosis de deslealtad a la Patria de Bolívar se unió a
la trama de más pan para el circo que día a día lo masturbaban sin
piedad de una agonía que como angustia consumada trepaba en los más
pobres plena de rencores al ver que la fiesta de la descomposición
económica y social era un desastre que nos llevaba a la hoguera de la
injusticia prematura.
Y, hoy son tantos los justos como pecadores que quieren meter el dedo
en la llaga de nuestros posibles males acusando, y otros que tiempos
atrás disfrutaron del poder con todo su esplendor que hoy se bañan de
inocentes se nutren de momento en solicitar una rectificación a su
modo y hasta se atreven a salpicar a compañeros de otrora de
vagabundos sin entender que dentro del desastre que nos maltrata el
alma de la convivencia no hay salvadores sino perdedores y cómplices
que con su deslealtades acabaron con la paz social que acompañaba al
chavista con toda la fecundidad de su acción de invertir lo mejor de
sí en Venezuela en favor de todos por igual y a respetar a su líder
que lo nutrió de esperanzas que íbamos por el camino correcto, pero la
plaga de la sinrazón atacó como bestias salvajes y, la trama de
nuestra agonía hoy da lástima y, son tantos los personeros que nos
disfrutaron que unos más que otros están de lo mejor al tragarse
nuestra revolución con la exquisitez de su pasatiempo fecundo lleno de
banalidades de su mejor provecho.
Criticar no es juzgar y no alcanza a subsanar nada y más bien una mea
culpa generalizada puede bañarnos de compasión y de tranquilidad que
es posible gobernar mejor si se quiere seguir en el poder y, de una
vez, aplicar las leyes en que los corruptos que son muchos andan de lo
mejor bien conformados económicamente con bienes por demás en que el
desdén de la complicidad hiere a todo un pueblo que vive de migajas y
le atormenta creer que las soluciones a tantos problemas juntos es la
razón para justificarnos que somos revolucionarios, preocupados del
porvenir de Venezuela y que la lucha debe continuar con toda la
honestidad que el alma de Chávez nos exige y, si tenemos un poquito de
aprecio a su figura de combatiente consumado por una realidad que nos
dejó, para que hiciéramos de ella el convivir de todos en que nuestro
afán tiene que ser la justicia social en que el pan nuestro de cada
día es seguir siendo un mejor chavista tanto los de arriba como los de
abajo que mueren esperando que se les solucionen sus problemas con
todo el amor patrio como legado de nuestros libertadores.