Se ha comentado tanto sobre el posible golpe fascista que nos amenaza, en todas sus dimensiones y formas, que ya resulta casi una banalidad referirse a él. Se ha convertido la posible usurpación, para mucha gente, en un tema normal, sin importancia, en un fenómeno político que puede suceder en cualquier momento sin ninguna sorpresa ni novedad. Lo cierto es que con los resultados del 6D entró en efervescencia la agenda oculta de los conspiradores de la ultraderecha.
Todo el mundo sabe de dónde viene el posible golpe fascista, quiénes son sus aliados nacionales e internacionales, cuáles son las modalidades y por qué lo hacen. Ellos van a tratar de corregir los errores del 2002 y tomarán en cuenta las experiencias de la ultraderecha en América Latina, el Caribe y el mundo. Esta vez habrá mucha plata de por medio y quién aguanta, a menos que sea un militar de convicciones revolucionarias profundas, un trancazo de un millón de dólares.
La ultraderecha golpista está desesperada y quiere a Maduro fuera ya. No está dispuesta a esperar un referendo revocatorio porque no tiene vocación electoral ni tiempo para esperar. Cree que nunca como ahora han estado dadas las condiciones para otra asonada golpista. Se basan en la impopularidad de Maduro demostrada el 6D cuando fue objeto del voto castigo. Aseguran que en el seno de los dos millones de abstencionistas chavistas está el peso fundamental de la fuerza popular que puede bajar de los cerros, sin partido, como lo hizo el 13 de abril pero piensan que esta vez será diferente.
Los historiadores, al servicio del golpismo, les recuerdan el golpe de estado de Pérez Jiménez contra Gallegos en 1948 cuando sus partidarios ni los demás partidos salieron a la calle a defender a aquel régimen constitucional. Contaban los de la época que el golpe contra Gallegos fue una crónica anunciada como ahora y sin embargo el gobierno adeco, fue presa fácil de los facinerosos. El 11 de abril del 2002 pasó igual pero dos días después se voltio la tortilla. ¿Por qué tendría la derecha que tomar ahora el camino tortuoso extra constitucional en vez de centrarse en el triunfo apabullante de las elecciones parlamentarias?
Esta pregunta hay que hacérsela porque aparentemente luce descabellada una intentona golpista a estas alturas de luna de miel parlamentaria de la MUD. Lo que pasa es que quien ganó no fue la MUD con su programa y el arrastre de sus candidatos, la mayoría desconocidos, sino el descontento económico provocado por la conspiración golpista de la derecha internacional de la cual sus vasallos, títeres y súbditos son tan sólo unas piezas del plan hegemónico.
Los centros de poder internacionales económicos, militares y políticos: el FMI y el Banco Mundial; el Pentágono y la OTAN; el Departamento de Estado y la Unión Europea, a cuyos dictámenes obedecen la MUD y los golpistas, están ansiosos por clavar sus garras sobre Venezuela, saben que el triunfo de la derecha en la Asamblea Nacional no compromete en lo inmediato la gobernabilidad de Maduro y temen que a largo plazo la revolución bolivariana puede recuperarse y volver con más fuerza. Siendo así, la única manera de liquidar definitivamente al chavismo es borrándolos del mapa, por la fuerza, con la complicidad de la Asamblea Nacional que justificaría el zarpazo por una supuesta dictadura de Nicolás Maduro.
En mi opinión una intentona golpista de la ultraderecha debería ser pulverizada por la unión cívico militar chavista, constitucional y antiimperialista, eso es lo deseable, loable y positivo pero después del 6D surgen interrogantes sobre todo si es cierto que en las dependencias militares ganó la MUD en la proporción 6 a 4. Esto no es extraño porque en la familia militar se repiten las mismas tendencias de la sociedad en general. La incógnita es si la fuerza militar chavista va a responder, en el caso de una asonada militar, en defensa de Nicolás Maduro de igual forma que lo hizo con Chávez, un líder militar salido de sus propias filas con una historia revolucionaria ejemplar en la carrera de las armas. Eso está por verse.
Por si las moscas yo activaría el comando anti golpe y un plan de emergencia cívico militar en Caracas y todo el país que debería contemplar iniciativas de gobierno popular con la FANB en las zonas más estratégicas para la defensa de la revolución porque guerra avisada no mata soldado y camarón que se duerme se lo lleva corriente. Los gobernadores, alcaldes y ministros claves deben salir a despachar en la calle con el pueblo y los comandos militares leales en un clima revolucionario de rectificación y humildad. Por su parte Maduro debe ser el punto de referencia de una revolución que acepta sin lloriqueo la derrota propinada por sus errores y recibe la crítica revolucionaria sin resentimiento. Debe asumir el viraje de su gobierno hacia una nueva política económica productiva, poner énfasis en la formación ideológica revolucionaria, darle un vuelco a la campaña comunicacional fracasada y reconectarse con el pueblo, sin soberbia ni arrogancia, para rescatar a los millones de chavistas indignados.