Revolución es revolucionarse.
Jiddu Krishnamurti.
La independencia de la ciudadanía fluye en tanto crezca su interrelación cultural. Esta interrelación se enhebra en todos los sentidos e instancias posea la plataforma cultural. He sugerido con anterioridad (www.aporrea.org/dameletra.php?docid=2606) una asamblea cultural constituyente. El punto es que los hechos son vertiginosos, los cuales presionan estrategias que aceleren la profundidad de convicción, del paso que se está dando en Venezuela, estrategias que acerquen a los ciudadanos, tomar parte de las carencias más inmediatas, estrategias para imbuirnos de esas carencias, estrategias para desde ese punto, despertarles nuevamente la alegría, la esperanza, las ganas de ayudar(se), comprender y apreciar a su vecino de residencia, de peatón, de pasajero, de ayudar la tierra que pìsa, la más generosa de las madres, IGNORADA por tirios y troyanos, que nos regala diariamente la lotería del petróleo y ni siquiera somos capaces de asumir tan siquiera la basura de nuestras ciudades, que lógicamente es reflejo de nuestra basura de conciencia individualista, basura de dependencia consumista, basura la culpa no es mía, en fin, basura de querer permanecer así… y chavistas de paso. Revolucionarios con taras.
Con razón es que algunos ven ridícula esta “versión” de revolución. Y sin embargo, somos todos los perjudicados; necesitamos una madurez de conciencia para lo que viene: CULTURA ciudadana. Dentro del cuadro actual del proceso, al Seniat es la instancia que observo con esa intención de buscar la integralidad en sus acciones con el propósito de formar una CULTURA fiscal. El ente armado busca interrelacionarse con la ciudadanía, la Asamblea Nacional en abrir sus operaciones trabajando con las comunidades, ¿qué de resultados se obtendrían si todas esas intenciones estuviesen interconectadas?
Al ciudadano se le han ofrecido algunas herramientas pero por separado, Lo que sucede es que el oferente es el presidente en la mayor parte de ellas, que actúa según el flanco donde se encuentre y sus propósitos entran en una madeja inextricable y la solución lejana, si no utópica, incierta y desconectada. Es como que te hayas ganado un buen almuerzo, del que sólo te llegó solo la sopa, el segundo plato debes buscarlo en la acera de enfrente y el postre viene seguro pero por correo. Esta desconexión está en todas partes. La única conexión que debe enhebrarla es la cultural.
Ahora bien, para empalmar, la justicia es el iris del ojo de una sociedad. Para su desenvolvimiento, la articulación inicial lógicamente es una vía de dos rieles: educación, uno de ellos (cultura) y fomentar la garantía de que se hará justicia desde la base, el otro: consejos comunales, contralorías sociales, fiscales, parroquias. Pero todo eso es letra seca si estas herramientas no gozan de un respaldo tal cual un candidato en campaña (en publicidad, en preparación, en apoyo integral a sus acciones, en su inserción en los pensa de estudios desde el preescolar, en las actividades creativas, premiaciones), invertir tal cual un ministerio, de otra manera ¿no fue la injusticia lo que nos movió hasta aquí? ¿no es la razón originaria de una revolución? Luego, hay que impartir la justicia.
Y desembocamos nuevamente en la cuenca de la cultura. Impartirla a la nación. Llevarla a los partidos políticos. Por ejemplo con respecto al suelo patrio, en la actualidad, más gratitud le debe a esta tierra, un emeverrista que un ciudadano común, dado que hoy es el encargado inicial de las riendas; sin embargo jamás veremos al MVR invitar a una jornada de siembra en el Ávila e insertar a las comunidades vecinas en el cuidado de la misma por ejemplo, sería "rayarse", lo vería fatuo, a menos que tenga alguna trascendencia, o que cubran el evento. No es culpa del MVR. Simplemente no existe esa CULTURA ecológica y muchísimo menos de gratitud a esta tierra. En cambio, media Caracas se movería si fuese Chávez el que lo proponga y celebrara un Aló Presidente en el cortafuego, sembrando arbolitos. Perdónenme, eso no es ser revolución. Este es un ejemplo invisible; de los visibles, mejor no hablamos.
O no, mejor sí: ¿Cuántos "centrales azucareros" están dilapidando groseramente en estos momentos el erario nacional? Lo de ese central era comúnmente conocido. Pero nadie se atrevía a dar la gran denuncia. Tuvo que ser un contralor social con cargo de Ministro de la Defensa el que destapó la olla. Pero ¿qué me dicen de los bárbaros que robaron a placer del Plan Bolívar 2000? Algunos, en el norte, otros, por ahí como si nada. Ni qué decir de los tantos sicariados, donde el valiente fiscal Anderson por re o por fa, ha sido con quien mejor suerte ha corrido. En lo personal, he sido denunciante del cobarde asesinato de Giandomenico Puliti, a dos años de su ausencia (detalles: www.aporrea.org/dameletra.php?docid=21635). Todos los parapetos montados con respecto a este caso son producto de la cobardía. Es de suponer que el CICPC es de los cuerpos más eficientes de… no sé el parangón, pero en esta tragedia son el bufón de la corte. Lo peor es que sus mafiosos asesinos deben estar regodeándose del buen golpe asestado contra ese varón.
Pues este es el colofón de este artículo: ¿Por qué no se aboca nuestro Presidente en obligar la continuación de este caso (verdadera caja de sorpresas debe ser, al dejar de sumiso chivo expiatorio a la misma policía) hasta dar con sus ASESINOS, hacerlo público, para que vea que alcanzará, cuidado si no más de los 10 millones de conciencias que necesitamos? Solución política que conquistará la gratitud del pueblo por la justicia consumada. La justicia puede hacer ese milagro, pues en sus hombros fue que lo llevamos antes y después, y después, y después. La cultura, es el machete para chaguar el camino. Mérida, el vivero para visualizar las cosechas a percibir.