Un nuevo día del maestro celebramos mañana en medio de crecientes contradicciones socio-políticas y con precios del barril de petróleo muy por debajo al calculado para el presupuesto de este año, lo que de entrada podría vaticinar que el ejecutivo deniegue cualquier aumento salarial en los próximos meses.
Pero, al firmar esta semana el Contrato Petrolero, el ejecutivo da señales de que cumplirá contra viento y marea con los compromisos contractuales pendientes, y el de los maestros está en la cola. Sabemos que así será porque a pesar de no haber ofrendado el cien por ciento de las exigencias del Magisterio y no saldar aun la deuda social historia con este sector, el gobierno bolivariano es el que más le ha concedido beneficios.
En reciprocidad con la firma de la Convención Colectiva que vendrá y en un acto de solidaridad necesaria con la Patria, es oportuno mancomunar estrategias y acciones concretas con el Estado para coadyuvar a diezmar la situación que vivimos desde distintos niveles y espacios dado el torrente humano que consuetudinariamente se vincula con el sector educativo. Es más, y esto ya lo planteé en el pasado, sólo con la población cautiva, con la nómina, puede hacerse una cruzada nacional de análisis sobre nuestras corresponsabilidades en la coyuntura, y verificar por ejemplo, cuánto hemos contribuido activos y jubilados (docentes, obreros o administrativos) para hacer una nación más próspera, espiritual y material; y en consecuencia hacer propuestas concretas.
Es factible si sabemos que en la actual discusión contractual están involucrados diecisiete sindicatos educativos, que pueden consensuar además de las solicitudes económicas y sociales inherentes al pliego, también las formas de atacar la raíz del problema.
De ese modo se dará un valioso ejemplo a los otros sectores de la vida nacional, entre ellos a los empresarios que han visto al Magisterio como una carga insoportable para el Estado, así como también a muchos dirigentes políticos que aún tienen el chip del pasado que ven en los docente una masa amorfa susceptible de manejar para sus intereses particulares, en abierta oposición con los preceptos de la Educación Bolivariana.
En definitiva, son dos los resultados sustantivos que deben lograse con la firma de la Convención en discusión: Involucrar al Sector Educativo en la búsqueda de propuestas para salir marasmo en el que estamos metidos, y alcanzar un mejor salario que tome en cuenta la inflación inducida y su respectiva proyección en los dos años de su vigencia. Alcances imprescindibles que nos pondrían en consonancia con aquella máxima bolivariana que reza: "Las naciones marchan hacia su grandeza al mismo paso que avanza su educación".