Lo bueno:
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Por lo menos, hay un llamado al diálogo a todos los sectores económicos y políticos. Esta idea del diálogo fue respondida positivamente por el que hoy es el jefe de facto de la oposición, Ramos Allup. Así mismo, parece que cae bien entre los empresarios. Yo no creo mucho en ese diálogo, por los antecedentes, pero mucha gente ya está fastidiada del espectáculo lamentable de las disputas políticas, los showa para las barras de cada bando. Este llamado al diálogo pudiera funcionar a niveles locales o sectoriales con agentes como Pérez Abad. Amanecerá y veremos.
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Se anuncian planes para desarrollar la siembra de vegetales, de piscicultura, de carne, pollo, leche. Ojalá lo hagan medianamente bien y no se desvíen recursos como en anteriores planes muy parecidos. Por lo menos, que se logre producir y abastecer alimentos.
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Se anuncia que se hará un esfuerzo para retomar las misiones y se le dará enfoque productivo a las comunas. Muchas de las primeras están en el suelo; hay que efectivamente recuperarlas. El ejemplo màs evidente: la misión Barrio Adentro. Sobre todo, hay que pararle a nuevos brotes de epidemias, la escasez de medicamentos, etc.
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Son bonitos los artículos 8, 9, 10 y 11 hablan de requerir a empresas públicas y privadas a incrementar la producción, garantizar acceso a alimentos y medicamentos a la poblaciòn, medidas para estimular la inversión extranjera. Lo que lo pone a dudar a uno es que todavía no se ha explicado cómo se hará eso. Mientras no se haga, quedará simplemente como expresión de buenas intenciones que, por lo demás, se contradicen, en lo concreto, con otros artículos. Por ejemplo, cómo estimular la inversión extranjera cuando se “requerirá” a las empresas esto y aquello. El Ministro Salas ya aclaró que no se contemplan estatizaciones, pero la desconfianza sigue y la inversión extranjera no fluye, a menos que...se haga algo feo.
Lo malo:
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Ese “disponer de recursos” que aparece en varios artículos del decreto, sobre todo ese escalofriante “asignar recursos extraordinarios a proyectos previstos o no en la Ley de Presupuesto”, suena a masivos créditos adicionales, sin ningún control. Esto, como sabe cualquiera, lanzará millones a la circulación monetaria que, si no se corresponde con un aumento rápido de la producción, influirá en el incremento de la inflación. Pero además, hay experiencias previas de estos gastos sin control: desorden, despilfarros y corrupción.
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Un artículo que parece una paráfrasis de un “raspado de olla” es el 4: “dispensar de las modalidades y requisitos propios del régimen de contrataciones públicas a los órganos y entes contratantes en determinados sectores a fin de agilizar las compras del estado…” Pone los pelos de punta porque ya se ha hecho y esas prácticas han dado origen a los llamados “boliburgueses”, contratistas, funcionarios corruptos, etc. Ahora se legalizaría esas prácticas corruptigénicas. Lo mismo puede decirse del artículo 7 que dispensa de los trámites cambiarios establecidos por CENCOEX y el BCV “a órganos y entes del sector público y privado” para agilizar importaciones de bienes o insumos. Da nervios porque precisamente lo que denunció Giordani en su famosa carta de renuncia y Edmé Betancourt cuando se fue del gobierno, fue que se otorgaron dólares preferenciales sin ningún control. Todo ese torrente de dólares alimentó el mercado especulativo del dólar. Con este decreto, se legitima una práctica muy peligrosa, “raspa-olla”.
Lo feo: La sustentación teórica de estas medidas pareciera ser algunos textos del ministro Salas que, de verdad, de pana, son muy lamentables desde el punto de vista del manejo del conocimiento económico. Lo más feo es que la situación es de verdad muy fea, y se han perdido las perspectivas de cambios estructurales. Por más que digan que están contemplados éstos, nada lo indica.
Ojalà me equivoque y esto no sea el análogo de la “piñata” nicaraguense de 1990. O sea, un raspar la olla que el barco se hunde y sálvese quien pueda.