Según Fromm, el hombre es el único animal que no vive solo para el presente, no pude existir solo en razón de satisfacer necesidades básicas e intuitivas (comer, dormir, reproducirse), necesita saber, tener conocimiento sobre sus orígenes (historia, antepasado, cultura, su propio nacimiento) y prepararse para el futuro y para su inevitable agotamiento y muerte. Los hombres que viven en la sociedad actual creen y están seguro de que junto al progreso económico están llegando al tope de la felicidad, cuando es todo lo contrario.
Veamos como describía Fromm hace medio siglo atrás a la sociedad enferma contemporánea en relación al mundo político- militar:
En los cien años últimos creamos nosotros, en el mundo occidental, una riqueza material mayor que la de ninguna otra sociedad en la historia de la especie humana. Pero hemos encontrado el modo de matar a millones de seres humanos por un procedimiento que llamamos "guerra". Todos los participantes en estas guerras creían firmemente que luchaban en defensa propia, por su honor, o que contaban con la ayuda de Dios. A los grupos con quienes uno está en guerra se los considera, muchas veces de un día para otro, demonios crueles e irracionales a quienes hay que vencer para salvar del mal al mundo. Pero pocos años después vuelve la matanza mutua, los enemigos de ayer son nuestros amigos de hoy y los amigos de ayer nuestros enemigos de hoy, y otra vez empezamos a pintarlos, con la mayor seriedad, del color blanco o negro que les corresponde.
En cuanto a lo económico:
No es mucho más alentadora nuestra gestión en los asuntos económicos. Vivimos dentro de un régimen económico en el que una cosecha excepcionalmente buena constituye muchas veces un desastre económico, y restringimos la producción en algunos sectores agrícolas para "estabilizar el mercado", aunque hay millones de personas que carecen de las mismas cosas cuya producción limitamos, y que las necesitan mucho. Precisamente ahora nuestro sistema económico está funcionando muy bien, entre otras razones porque gastamos miles de millones de dólares al año en producir armamentos. Los economistas esperan con cierta intranquilidad el momento en que detengamos esa producción, y la idea de que el estado debiera producir casas y otras cosas útiles y necesarias en vez de armas fácilmente provoca la acusación de que se ponen trabas a la libertad y a la iniciativa individual.
En relación a lo cultural:
Más del 90 % de nuestra población sabe leer y escribir. Tenemos radio, televisión, cine, un periódico diario para todo el mundo; pero en lugar de damos la mejor literatura y la mejor música del pasado y del presente, esos medios de comunicación, complementados con anuncios, llenan las cabezas de las gentes de la hojarasca más barata, que carece de realidad en todos los sentidos, y con fantasías sádicas a las que ninguna persona semiculta debiera prestar ni un momento de atención. Y mientras se envenenan así los espíritus de todos, jóvenes y viejos, ejercemos una feliz vigilancia para que no suceda ninguna "inmoralidad" en la pantalla. Cualquiera indicación de que el gobierno debiera financiar la producción de películas y de programas de radio que ilustrasen y cultivasen el espíritu de nuestras gentes provocaría también gran indignación y acusaciones en nombre de la libertad y del idealismo. Hemos reducido la jornada media de trabajo a la mitad, aproximadamente, de lo que era hace unos cien años. Hoy tenemos más tiempo libre del que ni siquiera se atrevieron a soñar nuestros abuelos. ¿Y qué ha sucedido? No sabemos cómo emplear el tiempo libre que hemos ganado, intentamos matarlo de cualquier modo y nos sentimos felices cuando ya ha terminado un día más. Continuará…