La formación para el trabajo, implica una visión holística de la educación como eje transversal de la sociedad que, incluye el concurso de lo que llamaríamos submotores: la invención; el desarrollo de las capacidades de emprendimiento; la creación y desarrollo de los poderes creadores del pueblo. Pero, la investigación transdiciplinaria de los fenómenos y problemas asociados con la generación, procesamiento y transferencia del conocimiento implica una fecunda relación de producto cognitivo; los saberes estratégicos –cultura y ciencia- con la sociedad en su conjunto. Los sistemas de innovación, están direccionados para la creación de polos de desarrollo que impacten la productividad local y desarrollo endógeno de las comunas en un país desconcentrado.
Los planteamientos de Sthephanne Lupasco, entre otros, insisten en profundizar -desde el punto de vista de los principios de reciprocidad- las relaciones con el empresariado nacional honesto, sobre todo en lo productivo, la gestión de la tecnología, la innovación y la cooperación técnica internacional.
La invención estaría fundamentada en formulación de modelos y el desarrollo de tecnología para el procesamiento humano y cibernético de la información y su conversión en campos de conocimiento. La semiotización -acción y conexión de diferentes contextos- de este conocimiento –valga la redundancia- viene dada por la relación de los modelos con el lenguaje, el aprendizaje y la inteligencia. La investigación y el desarrollo de mecanismos para la transferencia lingüística de los saberes representados, radica en la capacidad desplegada para la ordenación del conocimiento y la creación de bases de mismo, desde un nivel mas axiológico u abstracto pasando por la elaboración de los teoremas, modelos, axiomas, hasta la inversión informática mediante bases de datos hasta la práctica terminológica y su aplicación en la vida para la cobertura de las necesidades cotidianas.
En Venezuela, estamos en un momento estelar –como lo expresado por el Presidente Maduro- se ha producido la implosión del poder comunal, como consecuencia de la democracia participativa y protagónica que refundó la República desde la Constitución de 1999, y que hoy abraza los valores de la cooperación, la solidaridad, complementariedad, inclusión y desarrollo humano.