Fin de fiesta

La fiesta estaba prendida, todos bailaban ya casi que sin ritmo pero con mucha euforia, las conversaciones chocaban unas contra otras, de alguna manera había que quitarse aunque fuera por un rato esa ya casi eterna y permanente preocupación de un país ocupado por tantos problemas, reseñados a cada instante por las redes sociales, que entretejen cual telaraña los diarios acontecimientos; ese escuchar permanente: que Dios lo acompañe, cuídese mucho, no mire pa los lados, no le dé la cola a nadie, directo a lo que vas, nada de parar a comprar agua o cigarrillos y cuando puedas manda un mensajito, no se gaste todo, deje algo para mañana, acuérdese como está la vaina.

Allí solo se respiraba algarabía, por un momento se sentía la preciada seguridad y libertad, hoy escasa, la garganta soltaba sus gritos sin temor a que un policía le reprimiera o lo acusara la fiscalía, todo era furor y camaradería hasta entrada la madrugada en que cada uno emprendía nuevamente la batalla del regreso a casa, cansado y sudoroso como volviendo a la realidad, mirando en cada semáforo para todos lados, los vidrios bien arriba, arrugando el trasero con esa olita de escalofrió que le sube por la columna hasta la última cervical, cuando suenan los motorizados al pasar por el lado del carro; en definitiva era volver a la realidad del "Fin de Fiesta"

En 1982, el extraordinario venezolano ya fallecido, Domingo Alberto Rangel (DAR) escribió un libro que publicara Vadell Hermanos bajo el título "Fin de Fiesta" en el que DAR, hacía gala de su gran capacidad intelectual con un detallado análisis del momento histórico y político que atravesaba Venezuela bajo el gobierno de Luis Herrera Campins.

Tres escenarios políticos internacionales atisbaba Venezuela: la guerra de las Malvinas, las disputas con Guyana por el Esequibo y la estrepitosa caída de los precios mundiales del petróleo, que pusieron a tambalear las finanzas y economías de todo el globo, pero en especial a Venezuela, acostumbrada desde Juan Vicente Gomez al despilfarro, derroche y la corrupción.

La economía venezolana estaba bamboleándose sobre todo por la estrepitosa caída del precio del petróleo, los capitales se escapaban para protegerse en las economías de otros países de una posible devaluación, y ademas los bancos pagaban mejores tasas de interés.

Para noviembre de 1981 los capitales golondrinas comenzaron a fugarse en promedio de 61 mil millones de dólares diarios, en diciembre subió a 71 mil millones diarios y ya para enero de 1982 la cifra llegó a los 110 millones de dólares diarios.

Ese desangramiento lo vivió el país hasta que llegó el fatídico "viernes negro" 18 de febrero de 1983, día que Venezuela económicamente cambió para siempre y marco la vida del país hasta ahora; se acabó la Venezuela Saudita como muchos la llamaban, la todo poderosa, la ta barato dame dos, empezaron a aparecer las épocas de las vacas flacas hasta hoy que ya no quedan ni vacas.

Dice DAR que los gobiernos dependientes de la renta petrolera, siempre que hay una crisis económica por los precios del petróleo apelan a los impuestos y a medidas económicas impopulares e injustas, afectando al pueblo llano, al de a pie, al que no tiene la culpa ni la responsabilidad de quienes dilapidan los recursos del país; acota que la burguesía venezolana maneja la bonanza como bonguero en rio crecido.

Releyendo este documento histórico, pudiera quizá reeditarse y cambiársele las fechas y alguna que otra escena vivida, para plasmar la actual realidad de Venezuela, o quizá sería más sencillo y practico colocarle una nota introductoria que dijera: "cualquier parecido con la realidad, es producto de la coincidencia"

De modo que no es casual pero si causal la crisis económica que en estos momentos está en plena ebullición, que había tardado en aparecer y ser reconocida como tal, porque los altos precios del petróleo le ofrecían al gobierno la posibilidad de maniobra y le daban musculo económico para hacer y deshacer; pero claro esta que los recursos económico derivados del petróleo, única fuente generadora de divisas del país, son finitos, dependen de los vaivenes de la política petrolera mundial y por lo tanto se agotan; y eso exactamente es lo que está pasando; con la salvedad que muchos paises petroleros fueron previsivos y ahorraron divisas, que les permite aguantar un tiempo esta situación; aquí el bonche fue tan grande que ahora se despierta el país en los albores de un nuevo día con tremenda resaca que avizora por la ventana el fin de fiesta.



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Juan Alberto Sanchez Garcia


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