Si los políticos se pusieran de acuerdo, el capitalismo pudiera complementarse con el socialismo, pues todo no es malo en cualquiera de los dos sistemas de gobierno. Todo radica en la actitud de la gente, si el capitalismo sede un poco en su pretensión de absoluta dominación y explotación de la fuerza laboral, obreros y demás trabajadores, y transforma el pensar en que se debe ser más humano con los trabajadores al tomar en consideración sus problemas de existencia. Lo mismo con los trabajadores, si cambian su pensar de que el capitalista es un explotador sin entrañas y por ello están pendientes de cualquier contratiempo para sabotear la producción y lograr perdidas económicas, a veces fustigándolo de tal manera que llega a la insensatez de hacer que cierre su empresa, con lo cual se logra que sean los mismos trabajadores los que lleven a cuesta las peores consecuencias, pues quedan sin sus empleos y además quedan marcados para poder conseguir empleos en otras empresas que se dediquen al mismo ramo de producción. Si los políticos se pusieran de acuerdo en los puntos claves de los dos sistemas y se opera un cambio con la relación al trabajo por parte del capitalista y del trabajador, esa relación, ahora incomoda, puede ser conveniente para ambos sectores y más aún para el país.
La suficiente producción de bienes materiales en un sistema socialistas no se establece de repente, esta nueva forma de relación económica entre los hombres va desarrollándose y afianzándose en un plazo relativamente largo, aun contando con el apoyo e impulso del Estado, ya que su consolidación depende de la capacidad de la gente por asimilar tal forma de relación de trabajo, pues hay que avizorar que en este cambio hay el choque de dos fuerzas; la fuerza que posee el capitalismo por ser dueño de los medios de producción y la fuerza del trabajador por ser los aportantes de la acción productiva. Y es así como cualquiera sea el carácter de producción de bienes materiales, la fuerza productiva es fundamental y la relación de ella y los medios de producción determina la estructura de la sociedad, es decir, como hasta ahora se conoce que sea el capitalista el propietario de los medios de producción con lo cual domina y explota al hombre, esta relación ha determinado una clase de sociedad, oligarquía, burguesía, siendo esta clase la que impone todas las concepciones de la sociedad en que se vive, políticas sociales, laborales, jurídicas, religiosas, artísticas, etc., etc. De manera que es el modo de producción de los bienes lo que condiciona los procesos y la forma de desenvolvimiento de la vida social, política y espiritual, pues la estructura de la sociedad no depende de los deseos o intenciones de los hombres, de sus ideas o teorías en la conformación de un Estado, no, la estructura de toda sociedad se halla determinada por el imperante modelo de producción de alimentos, bienes y servicios.
Al cambiar el modo de producción cambia también todo el régimen social, cambian las ideas políticas, jurídicas, artísticas, religiosas y filosóficas, claro está que junto con ellas van cambiando también las instituciones, políticas, gremiales, sociales y de cualquier otro orden. Son los cambios operados en el modo de producción de los bienes materiales lo que permite explicar el carácter del régimen social y político de un país, pero sería extremadamente complicado y generaría una lucha muy prolongada si solo se acoge un solo modelo de producción y se desecha totalmente con el que se ha venido operando por años y años, no, es esencial buscar una forma de coexistir para así llevar prosperidad y felicidad a toda la población, ya que sería nefasto destruir algo para imponer otra cosa; pues esto supone el ir acabando con la libertad del hombre. No, aquí en Venezuela hay que buscar un equilibrio que redunde en el bienestar de todos los habitantes del país, aquí necesitamos una paz social donde cada quien ocupe su espacio respetando el de su semejante, si, aquí debemos vivir todos conformando una gran hermandad humana para bien y grandeza de nuestra patria; Venezuela.