Derecha mata izquierda en la democracia burguesa

Tarde o temprano la derecha recupera el poder político, transitoriamente perdido, en su sistema electoral de la democracia burguesa especialmente diseñado para su perpetuación. El hábitat político de la izquierda es la democracia socialista donde la derecha no se reproduce porque se ha desmantelado el capitalismo que le da vida. La izquierda electoral, defensora de la democracia burguesa, debe aceptar sin asombro en este sistema la alternancia en el poder con la canalla o lo que es peor que ésta se instale en su ambiente específico y excluya a la izquierda por largos períodos de tiempo o por siempre. La casa histórica de la derecha es la democracia burguesa y en esa casa la izquierda en un jarrón chino o un cuerpo extraño, subversivo e insurgente.

No debe sorprendernos pues, que la derecha en América Latina recupere los espacios que le pertenecen en su sistema político temporalmente ocupado por la izquierda electoral. Eso es lo que cínicamente el liberalismo suele llamar el juego democrático que sólo respeta cuando le conviene porque conserva escondida, debajo de la manga, la salida fascista tipo Pinochet. El reacomodo de la derecha la sufrió Manuel Zelaya con Micheletti en Honduras, Fernando Lugo con Federico Franco en Paraguay, Cristina Kirchner con Mauricio Macri en Argentina, Diosdado Cabello con Henri Ramos Allup en nuestra Asamblea Nacional, le está pasando a Evo Morales en Bolivia y le pasará a Nicolás Maduro. No puede ser de otra manera en una lucha desigual entre una derecha que por su naturaleza defiende con pasión al capitalismo en la teoría y la práctica y por la contraparte está una izquierda electoral que necesita de él, se acuerda con él y habita en un mundo que no le pertenece conceptualmente.

En la democracia burguesa la derecha opositora se fortalece con los antivalores del individualismo, de la explotación y del racismo capitalista mientras que la izquierda electoral se debilita, se corrompe y se degrada al contagiarse de su convivencia con ellos. La izquierda electoral pretende valerse del capitalismo para el desarrollo económico y termina inmovilizada y presa de sus vicios. Mientras la derecha pelea con sus propias armas la izquierda electoral toma prestada las del enemigo perdiendo credibilidad ante las masas populares. Es una pelea desproporcionada donde la derecha tiene todas las de ganar y eso es lo que está pasando en escala continental. Es el enfrentamiento entre los antivalores del capitalismo que tiene los pies sobre la tierra del consumismo y el libre mercado contra los ideales de la izquierda electoral que no se acaban de concretar y se quedan en el discurso teórico vacío de la democracia capitalista.

Las victorias populares de la izquierda, por la vía pacífica, en la América Latina han enriquecido la teoría revolucionaria y han despertado también ilusiones en las masas que terminan por desvanecerse. Hasta ahora no se ha podido demostrar en ninguna parte del mundo que sea posible, por la vía electoral, la transformación estructural de una sociedad capitalista en una sociedad socialista. Todos los intentos han fracasado y sin ir muy lejos tampoco ha sido posible concretar de manera sostenida gobiernos de izquierda, populares y antimperialistas, avanzando por el camino tortuoso del reformismo, el populismo y la socialdemocracia. En la democracia burguesa manda el capitalismo y la derecha siempre termina por imponerse electoralmente o por la fuerza a la izquierda.

La Revolución Cubana rompió el dogmatismo de la geopolítica que la condenaba a ser dominada eternamente por los EEUU y acabó con la tesis de la imposibilidad del socialismo en un solo país lo cual quedó comprobado definitivamente, con la superación del período especial, después de la caída de la URSS. Las revoluciones pulverizan paradigmas y crean nuevos conocimientos antes desconocidos. Venezuela continúa siendo un lugar en el mundo de grandes expectativas revolucionarias de donde la humanidad espera todavía que pueda concretarse la utopía socialista. Hay pueblo, hay fuerza armada patriota, hay dirigencia de izquierda, hay doctrina revolucionaria, hay historia de lucha valerosa y hay la fuerza espiritual del chavismo. Sólo nos falta el nuevo Simón Bolívar para atravesar los Andes.

 



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Sergio Briceño García

Profesor Universitario de Filosofía de la Educación Jubilado de la UPEL. Autor del Poemario "Porque me da la gana" y de la obra educativa "Utopía Pedagógica del Tercer Milenio". Ex Director Ejecutivo de la Casa de Nuestra América José Martí.

 sergiobricenog@yahoo.com

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