Ya el Estado no se expresa como la caracterización total de un todo. La sociedad venezolana ya se encuentra gobernada por élites y una casta militar. Apartaron el Legado de Chávez y elaboraron su doctrina política a beneficio de un colectivo muy particular y esto, ha traído una confusión general en las obligaciones morales hacia el colectivo, dando origen en forma paralela al Estado delictivo.
El ejercicio del poder es absoluto y las mesas de trabajo ya conjuradas llaman a una unidad supuesta para activar mecanismos que ejercen el control a través del poder. Muchas cosas que suceden fuera del Palacio de Miraflores no son incidencias del presidente Nicolás Maduro Moros, por ejemplo, los casos del agua y Corpoelec merecen un estudio especial.
A nuestros embalses, en primer lugar, le fue retirado hace años atrás el personal técnico de mantenimiento para el dragado y cuido de sus Cuencas, a la vez, un descuido grande en las redes de distribución. En Corpoelec, en vez de comprar motores de gran capacidad, compraron pequeñas unidades de generación eléctrica para pequeñas comunidades, son simples ejemplos de lo que sucede con la República Bolivariana, al igual que los alimentos del Bicentenario, Mercal y Pdval.
La obediencia ciega nunca es buena, al igual que las realidades empíricas. Las fuerzas de nuestra revolución bolivariana deben poseer un carácter real y debe estar bien definida para darle cabida en los esquemas de trabajo comunitario y sembradío en la ciudad a través de los pequeños conucos.
El Socialismo, como proyecto es una concesión de trabajo y refleja una unidad colectiva que debe ejercer la fuerza siempre y promueve una vida mejor. El Estado es una fuerza colectiva de unión absoluta de sus miembros e implica progreso del intelecto. Por eso, el Comandante Hugo Chávez Frías, nos invita a leer diariamente una historia idealista o materialista del entorno en que vivimos.
Somos, legalmente una unidad de fuerza de trabajo y recibimos una educación hacia la libertad.