¿Ciclos históricos?

A raíz de la derrota de Cristina Kirchner en Argentina, los problemas de Dilma Roussef en Brasil y los resultados de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre en Venezuela, algunos analistas empezaron a hablar del "cierre del ciclo histórico de la izquierda latinoamericana", como si se tratara de una especie de regularidad necesaria en el devenir político de la región, una suerte de "ley histórica".

Por supuesto que es una mera construcción periodística, sin fundamentos científicos. Después de la crítica de Popper al historicismo, esa creencia de que en la historia hay leyes que se cumplen siempre, como pudiera ser el ciclo del agua en la atmósfera (de la evaporación, a las nubes, de éstas a la condensación y luego a la precipitación, y vuelta a empezar), ha sido desechada hasta por los marxistas que habían quedado por ahí. Por lo demás, en eso Marx habría sido el menos marxista de todos.

Puede que en la historia humana haya tendencias, un sentido más o menos interpretable de los acontecimientos, pero ellas se consiguen en su despliegue con otras tendencias opuestas que, al chocar, lanzan el decurso de los hechos para lados impredecibles. Esto ocurre no sólo con los asuntos humanos, sino también en la física, en la química y en los demás fenómenos naturales. Nada tiene un devenir fatal. Siempre ocurren accidentes, azares, situaciones impredecibles. A lo más se llega a cierta incertidumbre probabilística.

En los asuntos humanos, políticos, históricos, los procesos se hacen más complejos e imprevisibles, por la intervención de la voluntad humana, que logra liberarse a veces de la fuerza de las posibles fatalidades. Siempre cabe una decisión, una idea novedosa, la aparición de lo imprevisto de una resolución basada en la nada que somos, en la pura posibilidad de nuestra libertad esencial. El ser humano es creador en este sentido: hace ser algo que hasta entonces no era.

Claro, hay contextos compartidos que pudieran asimilar ciertos procesos diferentes. Por ejemplo, a finales del siglo XX la receta neoliberal, el llamado "consenso de Washington", motivó rechazo de los pueblos latinoamericanos de muy diversas maneras, desde la explosión social del 27 de febrero de 1989, hasta el "Váyanse todos" argentino de 2002. Pero el que toda esa energía hubiesen tomado una dirección determinada, que haya habido una visión y una voluntad capaz de darle dirección a toda esa potencia, fue un fruto de la decisión y la libertad humana.

La izquierda latinoamericana del siglo XXI, aunque retomaba algunas tradiciones de la izquierda anterior, era definitivamente distinta. Algo se había aprendido de aquellos procesos; por lo menos aquello que no debía repetirse. Así se produjo el "ciclo de gobiernos de izquierda". Pero eso no estaba escrito en ninguna parte.

Los problemas que han tenido los gobiernos de la izquierda latinoamericana, son bastante diferentes unos de otros. La única manea de no decir generalidades tontas, es analizarlos uno por uno, considerar sus especificidades. Por otra parte, los otros países, los que tomaron el camino de seguir aplicando los tratados de libre comercio, de liberalizar su comercio, de darle "confianza" al gran capital nacional e internacional, también tienen grandes dificultades. Es posible que también allí se estén cerrando algunos "ciclos", si a ver vamos.

Ahora que los venezolanos con muchas probabilidades, estemos por cerrar un "ciclo", debemos reflexionar con serenidad lo vivido. Las carencias de toda, absolutamente toda, nuestra dirigencia de izquierda, de derecha, de centro y de izquierda, están a la vista. Hemos vuelto a darnos con la misma piedra: rentismo, improvisación, demagogia, caudillismo, inmediatismo, pérdida de perspectivas, trivialidad, superficialidad.

Es hora de reflexionar.

PD: Los invito de lunes a viernes a sintonizar Valencia 953 FM mi programa "Abriendo Puertas, de 11 am a 12.



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Jesús Puerta


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